viernes, 26 de diciembre de 2008

"capitalismo se desmorona"

La Web
Resultados 1 - 10 de aproximadamente 438 de "capitalismo se desmorona". (0,15 segundos)
Resultados de la búsqueda
Comuni-Carlos: Como el capitalismo se desmorona, los ...
Como el capitalismo se desmorona, los contribuyentes de EE.UU. deberan recoger las piezas. Por Robert Kiyosaki Martes, 23 de setiembre de 2008. ...comunicarlos.blogspot.com/2008/09/capitalismo-desmorona-contribuyentes.html - 92k - En caché - Páginas similares
Agencia Mexicana de Noticias - capitalismo se desmorona y el ...
7 Nov 2008 ... Small · Medium · Large · Narrow · Wide · Fluid · Inicio arrow Política arrow capitalismo se desmorona y el imperio se derrumba ...www.agenciamn.com/index.php/De-Pe-a-Pa/capitalismo-se-desmorona-y-el-imperio-se-derrumba.html - 35k - En caché - Páginas similares
Agencia Mexicana de Noticias - De Pe a Pa
capitalismo se desmorona y el imperio se derrumba, PDF · Imprimir · E-Mail. Escrito por Editorial AMN. viernes, 07 de noviembre de 2008 ...www.agenciamn.com/index.php/De-Pe-a-Pa/Page-2.html - 42k - En caché - Páginas similares
¿El capitalismo se desmorona? Picks en Livra Argentina
El capitalismo se desmorona? ¿No? ¿Lenin?... Mirá lo que opina la gente y dejá tu opinión en los Picks divertidos de Livra.ar.livra.com/pick/el-capitalismo-se-desmorona/37292415/ - 29k - En caché - Páginas similares
Público.es - Sarkozy defenderá ante George Bush la necesidad de ...
El Capitalismo se desmorona para los trabajadores. Los especuladores están escondidos con su dinero y las clases medias se empobrecen. ...www.publico.es/165972/sarkozy/defendera/bush/necesidad/reformar/capitalismo/mundial - 62k - En caché - Páginas similares
Contra la crisis. La Voz Digital
Mientras el capitalismo se desmorona y el miedo a la debacle, al paro, a la pobreza se hace hueco en nuestro estómago; cuando la inseguridad hacia el futuro ...www.lavozdigital.es/cadiz/prensa/20080928/opinion/contra-crisis-20080928.html - 31k - En caché - Páginas similares
Autonomía Ya! » La crisis y otras calamidades; Pedro Shimose; ElDeber
El comunismo cayó con el muro de Berlín, el conflicto palestino-israelí fermenta en el Muro de las Lamentaciones y el capitalismo se desmorona en la Calle ...autonomiaya.org/?p=1300 - 22k - En caché - Páginas similares
¡¡¡¡Saludamos el logro histórico del Satélite Venezolano Simón ...
31 Oct 2008 ... Mientras el imperialismo y el conjunto del capitalismo se desmorona, en su crisis financiera, de sistema y fundamentalmente en su derrota y ...www.aporrea.org/actualidad/a66466.html - 18k - En caché - Páginas similares
elPeriódico de Guatemala » Opinión » Paraguay: Teología de la ...
3 May 2008 ... el capitalismo se desmorona... montaner nadie le hara caso con su letania, busque otro trabajo, el mundo es otro, sino vea en su pais ...www.elperiodico.com.gt/es/20080503/opinion/54046/ - 44k - En caché - Páginas similares
Chat Room Sala_Socialista IRC-Hispano DETAILS - Online CHAT!
"El capitalismo se desmorona, por fin". Acosito acosito where are you? La globalización está provocando un obsesivo afán de identidad, que va a provocar ...www.gogloom.com/IRC-Hispano/Sala_Socialista/ - 37k - En caché - Páginas similares

Unidad del Pueblo .org
Está pasando, el capitalismo se desmorona, los estrategas del sistema ya no saben como explicar el alcance de lo que ellos siguen empeñados en denominar ...www.unidaddelpueblo.org/articulo.php?art_id=195 - 13k - En caché - Páginas similares
DERZEN.ES: octubre 2008
El Sistema Económico Estadounidense (bonito eufemismo para decir Capitalismo), se desmorona, y con él lo mismo están haciendo los estados Europeos. en este ...www.derzen.es/2008_10_01_archive.html - 63k - En caché - Páginas similares
José María Cuevas
Basta sacar en la conversación que el capitalismo se desmorona para que el autor de El capital se remueva gozoso en su tumba. ...www.cunoticias.com/noticias-de/jose-maria-cuevas.php - 58k - En caché - Páginas similares
CICATRICESCRITA
El capitalismo se desmorona, Occidente necesita miles de millones de dólares para sostener el famoso estado de bienestar. Una situación que mejor se debería ...cicatricescrita.blogspot.com/ - Páginas similares
Salud compañero Hugo Chávez!!! ¡¡¡¡Saludamos el logro histórico ...
3 entradas - Última entrada: 1 Novcapitalismo se desmorona, en su crisis financiera, de sistema y fundamentalmente en su derrota y aislamiento, como lo muestra la ...www.omgili.com/.../9c87a5ac-f217-4413-8289-ee0d3ce19fbez18g2000prngooglegrou... - 48k - En caché - Páginas similares
Hitler no murió en el búnker: confirmación de la conspiración ...
Todo en el momento apocalíptico de la batalla final entre el Bien y el Mal, justo cuando el capitalismo se desmorona. ERAN DOS DONNADIE QUE HICIERON UN ...www.cherada.com/.../hitler-no-murio-en-el-bunker-confirmacion-de-la-conspiracion-satanica-iluminati-y-del-c... - 65k - En caché - Páginas similares
elPeriódico de Guatemala » Opinión » ¿La Guatemala inmutable?
22 Oct 2008 ... Estados Unidos d,e America, adalid del capitalismo se desmorona en estrepitosa caida libre y los de la izquierda se alegran. ...www.elperiodico.com.gt/es/20081022/opinion/76265 - 47k - En caché - Páginas similares
Opinión > Firmas Esperando al 'sheriff' de América El Correo ...
Basta sacar en la conversación que el capitalismo se desmorona para que el autor de El capital se remueva gozoso en su tumba. Dicen las noticias que son ...www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=51&idNoticia=360184&idEdicion=1055 - 31k - En caché - Páginas similares
Democracia y Socialismo: Marx, el pitoniso
En el momento actual es evidente que el Capitalismo se desmorona. El desarrollo de los medios de producción entra en una contradicción profunda con la ...democraciaysocialismo.blogspot.com/2005/10/marx-el-pitoniso.html - 23k - En caché - Páginas similares
Reseña Acer Aspire One (ZG5 Linux) - Página 16 - Foros Darkclockers
10 entradas - Última entrada: 13 Oct... pero con estás devalauciones tan cabronas de estos días cuando aprece x fin que el capitalismo se desmorona y nos acercamos a la ...www.darkclockers.com/foros/showthread.php?t=7660&page=16 - 83k - En caché - Páginas similares

Hacia la construcción de un proyecto de sociedad alternativo
Desde el momento en que el socialismo no ha sido sustituido por el comunismo, sino simplemente por el capitalismo, se desmorona aquella fe hegeliana de la ...libreriauca.com.sv/publica/ued/eca-proceso/ecas_anter/eca/600art3.html - 83k - En caché - Páginas similares
Comuni-Carlos: La supervivencia de los más ricos
Con Buckminster Fuller · La crisis del 2008 · El Comprador de Monos · Como el capitalismo se desmorona, los contribuyentes de EE. ...comunicarlos.blogspot.com/2008/09/superviven-los-ricos.html - 93k - En caché - Páginas similares
Hemeroteca de La Voz Digital de Cadiz, Noticias de Opinión de 28-9 ...
Mientras el capitalismo se desmorona y el miedo a la debacle, al paro, a la pobreza se hace hueco en nuestro estómago; cuando la inseguridad hacia el. ...www.lavozdigital.es/cadiz/hemeroteca/2008-3/2008-9-28.opinion.html - 36k - En caché - Páginas similares
Las armas del reino II: Cada veche má lindo, má lindo, cada veche ...
En fin, eso, un seminario de autoayuda de tantos que se hizo en una fundación con un nombre gracioso, justo cuando el capitalismo se desmorona. ...saurio.blogspot.com/2008/10/cada-veche-m-lindo-m-lindo-cada-veche.html - 149k - En caché - Páginas similares
todo dios tiene un blog: Sin malas noticias
El capitalismo se desmorona (falso, no caerá esa mentira) 2. La noticia del semen (¡mierda!) 2:05 PM. Publicar un comentario en la entrada ...tododios.blogspot.com/2008/10/sin-malas-noticias.html - 83k - En caché - Páginas similares
Los errores del revolucionario Eliécer Ávila « Yohandry’s Weblog
2 Oct 2008 ... Que turistas van a ir a Cuba si el capitalismo se desmorona (cosa que no va a suceder)? Ahora salen despotricando sobre el estudiante de la ...yohandry.wordpress.com/2008/10/02/los-errores-del-revolucionario-eliecer-avila/ - 661k - En caché - Páginas similares
POSCLA : Mensajes : 5501-5530 de 5586
Nuevo Orden Mundial Viendo como el capitalismo se desmorona gota a gota y sintiendo el cataclismo de las economías rotas no se puede más que decir "que ...es.groups.yahoo.com/group/POSCLA/messages/5501?viscount=100 - 51k - En caché - Páginas similares
Robert Kurz - A Substância do Capital (Segunda parte) - [ Traducir esta página ]
... ou se o capitalismo se desmorona por motivos a ele intrínsecos e assim " obriga" a classe operária de forma objectiva a "criar uma organização nova". ...obeco.planetaclix.pt/rkurz226.htm - 96k - En caché - Páginas similares
Para mostrarle los resultados más pertinentes, omitimos ciertas entradas muy similares a los 28 que ya hemos mostrado.Si lo prefiere, puede repetir la búsqueda e incluir los resultados omitidos.

14 comentarios:

  1. "Peor Imposible"

    EL RAYO VERDE
    Contra la crisis
    Mientras el capitalismo se desmorona y el miedo a la debacle, al paro, a la pobreza se hace hueco en nuestro estómago; cuando la inseguridad hacia el futuro, la desconfianza en la gestión de las políticas, hasta el catastrofismo, nos quitan el sueño y todo son malos presagios, desde las páginas de la actualidad sale al paso un «breve» que da noticia del homenaje en Nueva York a Juan Ramón Jiménez. Permítanme que divague un poco, este domingo de otoño, precisamente porque son malos tiempos para la lírica. Pienso en el poeta anciano, enfermo, desterrado, sin dinero, que a pesar de todas esas calamidades, exiliado bajo los rascacielos, escribía esas maravillas; que sabía que en el Madrid vencido robababan su casa y violentaban sus pertenencias, pero él seguía su obra, minucioso, en busca de «la trasparencia/dios, la trasparencia»; y veía cómo «por debajo del Washington Bridge pasa el campo amarillo de mi infancia»; que en el viento de las esquinas de Brooklyn oía ladrar a sus perros de Moguer, y creo que sí, que la poesía es una esperanza y una respuesta. Pues es cosa que se ha presentado una edición cuidada de su obra completa a precios asequibles, a cargo de la Junta de Andalucía, en 48 tomos y con nobles prólogos. Estos días, además, Carmen Linares le canta en «Raíces y alas», como un ansia. Parece que el Trienio Juan Ramón- Zenobia al final ha servido. Ni siquiera la administración cultural, tan peligrosa a veces, ha podido evitar que la obra de Juan Ramón ocupe el lugar que le corresponde como la luz cenital de la modernidad .

    28.09.2008 - LALIA GONZÁLEZ SANTIAGO
    ImprimirEnviarRectificar
    Cerrar Envía la noticia
    Rellena los siguientes campos para enviar esta información a otras personas.

    Nombre Email remitente
    Para Email destinatario

    Borrar Enviar
    Cerrar Rectificar la noticia
    Rellene todos los campos con sus datos.

    Nombre* Email*

    * campo obligatorioBorrar Enviar
    Todo este año 2008 me ha acompañado una agenda «Z-JRJ», las iniciales del poeta y su esposa, que me envió su sobrina, Carmen Hernández Pinzón, y que regala a cada día un pensamiento, un aforismo, que a veces coinciden con la vida de una forma misteriosa, como arcana. Por ejemplo, para hoy mismo: «Nada significa el aplauso de los demás».

    Pues por debajo del verso de Juan Ramón pasa el río turbulento de mi oficio, cada día, y hoy pasa con un temblor. Un gran marco sobre el que descansan nuestras seguridades formales, económicas, tangibles, se desmorona. Pagaremos aquí de uno u otro modo las salvajes nóminas de los altos despachos de Wall Street, los riesgos desproporcionados, las decisiones erróneas de ejecutivos desmedidos, el mercado como absoluto, los axiomas de la economía capitalista llevados hasta sus últimas consecuencias. «Enriqueceos o morid en el intento», el lema de toda una época, ahora hace crisis.

    Según datos del Worldwatch Institute, el consumo humano de bienes y servicios en 40 años, desde 1950 a 1990, ha sido superior al de todas las generaciones anteriores. Hasta tal punto se ha pervertido lo que Weber enunció en 1905 en La ética protestante y el espíritu del capitalismo, leo a Vidal- Beneyto, que la exhortación a la autodisciplina, el trabajo duro, la austeridad ha dado en un régimen despilfarrador, en el que sólo vale consumir y cuyo objetivo «no es producir bienes para satisfacer necesidades, sino sólo producir beneficios». EE UU, por ejemplo, gasta en publicidad más que en toda la enseñanza superior.

    Si es cierto que un mundo desaparece, no hay que llorar por él. Sólo cruzar los dedos para que el que venga no sea peor.

    Además, siempre nos quedará Juan Ramón.

    lgonzalez(AT)lavozdigital.es

    ResponderEliminar
  2. Como el capitalismo se desmorona, los contribuyentes de EE.UU. deberan recoger las piezas
    Como el capitalismo se desmorona, los contribuyentes de EE.UU. deberan recoger las piezas
    Por Robert Kiyosaki
    Martes, 23 de setiembre de 2008.
    Mi padre rico fue mi mentor mientras yo crecia. La mejor manera de conocer el trabajo es encontrar tu propio mentor, alguien que sea exitoso en el campo en el que deseas participar. Preguntale si puedes acompañarlo a su trabajo algunas veces. Conviertete en su aprendiz. Tu mentor es como un entrenador personal, alguien a quien puedes dirigirte cuando quieras preguntar. Si vas a realizar negocios por cuenta propia, el te ayudara a averiguar que tipo de negocio sera el mejor para ti.

    ¿Por qué los recientes rescates federales - entre ellos el más grande en la historia - significaran el fin del capitalismo tal como lo conocemos.

    Como todos sabemos, el mundo cambió drásticamente el 11 de Septiembre del 2001, cuando las torres gemelas del World Trade Center cayeron.

    Este año, en vísperas del 11 de septiembre, las torres gemelas de Fannie Mae y Freddie Mac tambien se derrumbaron. Luego, el 15 de septiembre, Lehman Brothers y Merrill Lynch han caido tambien. En realidad, este ultimo se trata de un colapso de tres torres si contamos tambien a AIG.

    En unos pocos años, el mayor par de torres se derrumbara: la Seguridad Social y el Medicare. Incluso hoy, ya se ven bastante frágiles. ¿Cuántas "zonas cero" podemos (como pueblo, como nación, y como mundo) soportar antes de admitir que algo está muy mal con nuestros sistemas financieros mundiales? ¿Qué se necesita para despertarnos y hacernos levantar?

    ResponderEliminar
  3. La crisis y otras calamidades; Pedro Shimose; ElDeber
    Published by Administrator at 7:16 am under Bolivia

    Tal como están las cosas, el muro viene a ser un símbolo de nuestro tiempo. Un arquetipo, diría Jung, discípulo de Freud. El comunismo cayó con el muro de Berlín, el conflicto palestino-israelí fermenta en el Muro de las Lamentaciones y el capitalismo se desmorona en la Calle del Muro (Wall Street) de Nueva York. Ahora estoy releyendo De la construcción de la muralla china, relato de mi amigo Kafka, por si se viene abajo el muro de los rollitos primavera, pues nadie está libre de pecado.
    En verdad, la crisis no debiera preocuparnos, porque los bolivianos vivimos instalados en ella desde hace 183 años, así que nos da igual que sobre nuestro cielo se ciernan nubes amenazadoras de inflación, recesión y depresión. En primer lugar, resulta difícil imaginar una mayor inflación que la de los ´80, después del decretazo de desdolarización del MIR, durante el gobierno de Hernán Siles Zuazo.
    ¿Recesión? La recesión se define como una fase de declive del ciclo económico, no tan grave ni duradera como la depresión, la cual se manifiesta por la debilidad de la demanda, la contracción del comercio internacional, el aumento del paro (desempleo) y el estancamiento o incluso la caída del PIB, lo cual es una mentira entre muchas otras mentiras del lenguaje económico, porque el Producto Interior Bruto de un país se establece como si todos ganáramos lo mismo y tuviésemos iguales ingresos.
    ¿Depresión? Depresivos estamos, sobre todo después de la ocupación militar de Pando y el apresamiento por milicianos encapuchados de dirigentes autonomistas y periodistas pandinos, benianos y tarijeños, muchos de ellos exiliados actualmente en Brasil y Argentina. La psicosis maniacodepresiva nos convierte en carne de referéndumes y componendas ‘podemistas’, ‘moviunistas’ y demás fauna de una zoología fantástica en vías de extinción.
    La Gran Depresión boliviana llegará en enero, cuando el voto ‘étnicocalero’ y las listas electorales fantasmas den por aprobada la nueva Constituta. Entonces caerán las máscaras y sabremos lo que es canela fina. La matemática de la realidad cotidiana derrotará al matemático García Linera y sus discursos triunfalistas. Nos daremos cuenta de que todo ha sido una tomadura de pelo del ínclito Hugo Chávez con la bendición de Unasur. Del proyecto bolivariano sólo interesa la idea de una presidencia vitalicia para un caudillo autoritario sin oposición. (Podemos y MNR están divididos y la UN desaparecerá como las nubes cuando las bate el cemento. Estos partidos sobrevivientes de un pasado poco democrático se equivocaron al apostar por el centralismo. No comprendieron que el centralismo es el MAS. Por lo tanto, ellos sobran porque son menos). Por ahora, sólo se habla de reelección, pero ¿quién nos garantiza que el Gobierno no modificará dicho artículo por el de la reelección indefinida cuando le convenga?
    La palabra crisis tiene orígenes médicos. En griego (krísis: decisión, deriva de krinó: yo juzgo y decido). De crisis provienen las palabras criterio, crítica y crítico o sea, el que juzga, el que decide. Volviendo a nuestro tema, el capitalismo está enfermo y Pueblo enfermo sigue siendo la obra clásica por antonomasia de la Historia de la Psiquiatría altoperuana.
    Hay, sin embargo, un problema. Aunque los médicos diagnostican la enfermedad, no tienen receta para combatirla. Quienes opinan parecen brujos, teólogos, moralistas o predicadores. Hablan de codicia, avaricia, deshonestidad, corrupción. Como saben mis lectores, no soy licenciado en economía y, por lo tanto, no soy experto en crisis financieras, pero estoy convencido de que tampoco lo son Alan Greenspan, Ben Bernanke, Henry Paulson y Christopher Cox. La única que entiende de crisis es mi mujer. Cuando vuelve del mercado, me dice: “El dinero no me alcanza”. // Madrid, 28.10.2008.

    *Escritor

    ResponderEliminar
  4. ¡¡¡¡Saludamos el logro histórico del Satélite Venezolano Simón Bolívar que surca de socialismo el propio cosmos y la humanidad toda !!!!
    Por: Círculo Bolivariano de Urugay José G. Artigas
    Fecha de publicación: 31/10/08

    imprímelo mándaselo a
    tus panas

    El Círculo Bolivariano José G.Artigas saluda el exitoso lanzamiento del Satélite Venesat I que muestra que el progreso de la humanidad es a saltos y el nuevo logro de Venezuela es parte de la revolución socialista siglo XXI y de la función de Estado obrero de China Popular, de su revolución política como parte del proceso mundial.

    De aquel «querer tomar el cielo por asalto » (C.Marx) cuando el primer intento del poder proletario en 1871 por los heroicos comuneros de París, a la puesta en el cosmos del Satélite Venesat I, es la materialización de « audacia y más audacia» de los pueblos que desde los originarios del «comunismos primitivo» a los científicos y técnicos de hoy, todos unificados en la política, métodos y objetivos de la clase obrera, avanzan desde las comarcas y tribus más lejanas y postergadas a las revolucionarias masas de Venezuela, de América Latina, del Mundo todo! Mientras el imperialismo y el conjunto del capitalismo se desmorona, en su crisis financiera, de sistema y fundamentalmente en su derrota y aislamiento, como lo muestra la rotunda votación de 185 votos- tres abstenciones- y dos en contra ( EE.UU. e Israel) condenando ayer por 17ma. vez, el criminal bloqueo imperialista a la heroica Cuba socialista.


    La dignidad de la Humanidad le dice NO de mil formas, al poder capitalista, a su decrépito sistema de la propiedad privada. Ayer el Congreso de Colombia rechazó la reelección del payaso Uribe, títere del imperialismo. El sábado pdo. dos millones y medio de italianos en las calles, condenaron en toda Italia-con los jóvenes al frente- la política reaccionaria de Berlussconi. También en Estados Unidos el 70% rechaza la recapitalización financiera de 700.000 millones de dólares, robados a los pueblos del mundincluido el norteamericano.

    Por eso los 400 millones de dólares invertidos por el gobierno revolucionario de Chávez enVenesat, es mera parte de las millonarias energías sociales del proceso bolivariano-socialista, como epicentro de la revolución permanente de América Latina. Así como en 2003 un obrero metalúrgico ganó la presidencia de Brasil, en enero del 2006 la mayoría de Bolivia eligió presidente a un indígena aymará, sindicalista cocalero - también con su Movimiento al Socialismo, hoy este logro del satélite Simón Olivar. es obra del extraordinario desarrollo social y cientifico-técnico del Estado obrero chino, extendido a un equipo de 100 venezolanos que por años aprendieron la ciencia satelital,que incluye 10 sistemas, de electricidad, telemetría, comunicaciones, controles hasta criptología que es el necesario y preventivo uso de métodos en claves para eludir el sabotaje imperialista. También la mayoría de las masas de Uruguay con su presidente Tabaré Vázquez ambientó este salto satelital socialista al ceder su Órbita cósmica otorgada por la ONU, al gobierno de Chávez, reafirmando su función dirigente continental y mundial.


    Así el Venesat I unifica e identifica en un trascendente triunfo de China, de Venezuela, de Uruguay, de inteligencia, ciencia-técnica y conciencia de la Humanidad por el Socialismo Siglo XXI. Todo ello se basa en las estructuras del Estado, sea Estado Obrero, o Estado Revolucionario, pero significando una vela -cósmica- más del velorio del Estado y del poder capitalista. Y como parte de este proceso, Cuba con el maestro Fidel Castro, junto al apoyo casi unánime de los gobiernos del mundo, -también como lo ha hecho Chávez y Venezuela- acaba de retomar los acuerdos militares con el gobierno de Rusia, en un proceso de regeneración de la burocracia que rompió y aisló a la revolución socialista cubana. Todo es progreso, y a saltos, porque como lo explicaba Evo a Chávez viendo el triunfal Venesat I, sus lejanos y postergados lugareños, de la comunicación a señales de humo o de chasques, ahora saltarán al uso comunicacional, medicinal, educacional, social, de plenitud solidaria, no sólo para Venezuela, sino desde México hasta la Patagonia argentina. Y asi, este satélite del Socialismo venezolano, unifica y reencuentra a toda Latinoamérica en lucha y en progreso permanente, saltando de sus comunidades indígenas originarias, de su cultura y conciencia colectiva, de sus ayllús, y de ahí la función de este continente en revolución de ser centro del reencuentro humano, de la regeneración de sectores de burocracia y tecnocracia estatal, partidaria, sindical.

    Antiguos pueblos indígenas hoy están al frente de nuevos movimientos, de nuevas direcciones, improvisadas algunas de ellas, pero asumiendo la voluntad y conciencia de que el capitalismo es sinónimo de muerte y sólo el socialismo garantiza la Vida, retoma caudalosamente una imparable marea de creaciones participativas, de Asambleas Constituyentes populares, de nuevas Constituciones participativas -superiores a las caducas representativas- de Comités, de Consejos, de Coordinadoras, de Cabildos de indígenas, campesinos, obreros, estudiantiles, religiosos, militares, intelectuales, científicos y técnicos progresistas. Todos ellos en este proceso de unificación (Unasur, ALBA, Petrocaribe, Petrosur, Bancosur, Gasoducto del Sur, Telesur, etc.) suman sus energías sociales históricas para colocar en el Cosmos, su gran logro científico-técnico: el satélite Simón Bolívar. Esto es irreversible, al ocultarlo los falsos «medios de comunicación» están evidenciando su sentimiento y conciencia de que están fuera de la Vida, de la propia Historia, que ayer, hoy y siempre es de los pueblos. Salud querido pueblo y gobierno bolivariano. Salud compañero Hugo Chávez!!!



    otto_radiccioni(AT)hotmail.com

    ResponderEliminar
  5. Paraguay: Teología de la Liberación
    Es una lástima que Lugo optara por Gustavo Gutiérrez.

    Por: Carlos Alberto Montaner*

    Se llama Fernando Lugo, fue sacerdote y parece genuinamente preocupado por las calamidades que padecen sus compatriotas. ¿Cuáles? Fundamentalmente, la pobreza. Paraguay es, tras Bolivia, el país más pobre de Sudamérica. Su per cápita, medido en poder adquisitivo, apenas alcanza los cuatro mil dólares anuales. La mitad del que tiene el vecino brasilero. La tercera parte del argentino.

    El señor Lugo también ha denunciado algunas de las causas de los males paraguayos. Piensa que las peores son la corrupción y el clientelismo. De acuerdo con las mediciones de Transparencia Internacional divulgadas en 2007, Paraguay es uno de los países más corruptos del mundo: nada menos que el 138. En la escala de 1 a 10 (10 es el más honrado y 1 el más corrupto), los paraguayos sufren un índice de corrupción de 2.4. En América Latina solo están más podridos Ecuador (2.1) y Venezuela (2.0).

    En Paraguay no hay rendición de cuentas, no funciona la justicia, y la calidad de la gerencia oficial y de las políticas públicas es lamentable. ¿Resultado? Un divorcio total entre la sociedad y el Estado. Ese estado de frustración es la consecuencia natural de 61 años de mal gobierno del Partido Colorado, pero sin olvidar que durante ese período −que incluye los 35 años del general Stroessner− esta formación política recibió el apoyo de una parte del pueblo. Incluso, Lugo pudo ganar ahora con el 40 por ciento de los votos porque sus rivales colorados acudieron escindidos en dos vertientes que recibieron el 30 y el 21 respectivamente.

    Lamentablemente, el presidente Lugo, tan certero al identificar los males que aquejan al país, se propone corregirlos con las ideas equivocadas. Se ha declarado seguidor de la Teología de la Liberación, una receta económica y filosófica puesta en circulación en 1971 por el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez. Un buen hombre, poco educado en cuestiones económicas, que atribuía la pobreza de los latinoamericanos a la perfidia del capitalismo y a los designios malvados de las naciones prósperas del mundo desarrollado, atropellos que justificaban la insurrección y explicaban la admiración de Gutiérrez y sus seguidores por la dictadura cubana y la violencia revolucionaria guevarista.

    Es una lástima que Lugo optara por Gustavo Gutiérrez, en lugar de leer con cuidado al teólogo católico Michael Novak, consejero de Juan Pablo II y autor de El espíritu del capitalismo democrático; o que no se acercara al padre Robert Sirico, quien desde su Acton Institute, en Michigan, educa a sacerdotes y laicos católicos en los elementos básicos de la economía moderna, para que no diseminen disparates que agraven los enormes problemas que padecen los pobres.
    *www.firmaspress.com Actual 2.89/5 1 2 3 4 5 Valor: 2.9/5
    Imprimir Enviar nota CorregirCompartir Compartir nota. Cerrar
    del.icio.us Meneame Technorati
    13 comentarios:
    rene posadas:
    Lugo sabe lo que hace,la filosofia economica del capitalismo tiende a desaparecer.Es necesario optar por la diciplina regulatoria del socialismo en todo su aspecto.La bonanza para los capitalistas a terminado.
    Teresa Alvarado:
    El triunfo en Paraguay no es Lugo. Es la

    juventud que hace presencia en los Esta-

    dos Unidos, en latinoamerica y en Paraguay. Es el cansancio de organizacio

    nes de mafiosos como La Federacion Cubanoamericana que ha captado millo-

    narios recursos para destruir la revolucion cubana y hoy se encuentra en

    el ocaso de su vida miserable. Para que se va acercar Lugo a Robert Cirico cuando

    tiene a su alrededor miles de Paraguayos

    que reclaman un lugar humano que se

    les ha negado. La corrupcion, el reparti-

    miento del botin, la rapiña nada tienen q.

    ver ni con Cuba ni con Chavez. Cada revo

    lucion se da conforme las caracteristicas

    de cada pueblo y Paraguay tiene lo pro-

    pio aunque el hambre y las Corporacio-

    nes Financieras sean igual en USA que

    en cualquier nacion latinoamericana.


    Henry Mutzus Galván:
    Como es costumbre es díficil aceptar que a pesar de todo lo que puede escribir en contra los gobiernos de izquierda uno más ha llegado a América del Sur.
    adriana echeverria:
    el capitalismo se desmorona... montaner nadie le hara caso con su letania, busque otro trabajo, el mundo es otro, sino vea en su pais proximamente habra un presidente negro.
    sergio santos:
    "61 años de mal gobierno", apoyado por los gringos y bendecido por los seudo-libertarios.



    Que gracioso que hasta ahora le preocupe ese país a estos analistas de pacotilla.


    Juanpa escobar:
    Como buen nemátodo ya no sabés si ponerte a reir, a llorar o a rezar con cada nuevo cachimbazo que da la izquierda en el mundo, hoy nuevamente con Lugo. Tu maniquea Teología de Libertadddddddddd no ha servido más que para deleitar a los oídos de los ricos, porque te volviste un experto en decirles lo que quieren oír (aquí en Guate-so-malia vieras cómo te añora el capo di tutti capi de los cárteles y sus lugartenientes). Cuál será tu nacionalidad: cubano, estadounidense, puertorriqueño, español. Hace poco el PSOE derrotó a tus amados fascistas del PP y tenías los ojos rojos, luego el hermano de Fidel se decidió por un comunismo a la China que aleja más y más a los nemátodos floridianos de cualquier aspiración (más se te pica el hígado), y próximamente un demócrata negro de padre keniano proletario será el presidente de USA desbancando a la derecha republicana (el acabose). Cornudo, apaleado e impotente. Mejor suicidate.
    Tono Fuentes:
    Lo que pasa es que los neoliberales ya tienen miedo, porque en America Latina los gobiernos de izquierda son los que estan ganando terreno. Ahora es por el camino de la eleccion y no de las armas que estan llegando al poder. Para los capitalistas, esto de todos modos es un crimen y un atentado contra las buenas costumbres (explotadoras)
    Jorge Rodriguez:
    Este articulo esta como para recortarlo y ponerlo en una antologia de la estupidez. Novack y Sirico son dos trabaditos, es lo mas que se puede decir. Para Sirico Dios es practicamente un empresario...tan bajo que nos ha llevado el "pensamiento" de la marro. Ahora solo falta que se exija que Cash Luna sea consejero de gobiernos. Amolados, estamos. La finquita de Guatemala, con sus elites tontas.
    joel veliz:
    No cabe duda que los populistas tienen las mejores intenciones. Me imagino que Fernando Lugo estara lleno de buenos deseos e ilusiones. Sin embargo las politicas de ellos leva a los pueblos a aun mas pobreza y aislamiento. Este gobierno no sera la excepcion. La gente vota por ellos porque esta desesperada y no ve otra solucion. Estoy seguro que pronto habra otro gobierno populista en Latinoamerica -otro paso hacia atras.
    hans anderson:
    Debe ser un infierno dentro d al mente d este hombre. Un cruzado en nombre d la CIA y contra todo lo q' se mueva a su izquierda. Se la ha pasado casi medio siglo despotricando contra Castro, adolorido debido a q' previlegios inmorales d el y sus allegados fueron rearcidos por La Revolucion Cubana.
    Héctor Girón:
    En realidad casi nunca leo a este pícaro seudointelectual, pero hoy que lo hice, me tope con que ya no se le puede decir nada, porque mis anteriores comentaristas se lo dijeron todo, en cuanto a los gobiernos del mundo, no solo americanos, es obvio que las condiciones económicas políticas y sociales han dado un vuelta completa, ya los ejércitos serviles no están copados por los duros asesinos, ya los empresarios no estan manejados por analfabetos retrógrados, los medios de comunicación nos iluminan en muchos temas cada minuto y la población tiene más accesos, etc., en pocas palabras, el modo de producción capitalista está entre sus últimos suspiros, aunque esto lleve muchos años más, que espero pasen rápido y que las nuevas generaciones gocen de la vida, de la naturaleza, de las comodidades que hay suficientes para todos. Montaner !porque no te callas! jajajaja.
    Eduardo Ovalle:
    Por lo que leo en todos los comentarios de este articulo, pareciera que todos los izquierdistas estan felices porque el avance generalizado en america latina les pinta una soluciòn a sus penurias y ni se inmaginan que por querer salir de agujero en que estan, mas lo estan cabando. En fin, lo malo de esto es que todos estamos en el mismo barco.
    Edgar Herrarte:
    BIEN POR JUANPA Y JORGE RODRIGUES, ESTE MONTANER NO SE HA DADO CUENTA QUE CADA DIA SE QUEDA CON MENOS CREYENTES, PUES LOS PUEBLOS SE ESTAN LIBERANDO Y LO HACEN CON EL VOTO, CREO QUE DIOS NO ES EL EMPRESARIO, SON LAS IGLESIAS LAS QUE LO HACEN VERSE ASI, YA NO NOS CNVENCEN QUE EL REYNO DE DIOS ESTA EN EL CIELO Y QUE SOMOS POBRES POR VOLUNTAD DE DIOS, HOY YA NO REZAREMOS POR EL PAN DE CADA DIA SINO QUE LUCHAREMOS POR EL.

    ResponderEliminar
  6. Robert Kurz

    A Substância do Capital

    O trabalho abstracto como metafísica real social e o limite interno absoluto da valorização.

    Segunda parte: O fracasso das teorias da crise do marxismo da ontologia do trabalho e as barreiras ideológicas contra a continuação do desenvolvimento da crítica radical do capitalismo.

    Resumo do texto no Editorial da EXIT! nº 2:

    Na segunda parte do estudo fundamental começado na EXIT! nº 1, "A Substância do Capital", Robert Kurz ocupa-se com o problema da quantidade de trabalho abstracto como fundamento da teoria da crise. Inicialmente esta análise, em continuação do desenvolvimento das abordagens dispersas sobre a obra marxiana, deveria já desenvolver a sistematização de uma teoria positiva da crise, baseada nos conceitos de mais-valia absoluta e relativa, composição orgânica do capital e relação entre taxa de lucro e massa de mais-valia. Constatou-se todavia que os aspectos histórico-teóricos e crítico-ideológicos do problema da quantidade e da crise, por si só ocupam um espaço tal, que a própria apresentação da lógica de crise imanente só pode continuar na EXIT! nº 3 (a necessária quarta parte que esta situação originou, abordará o contexto sistema de crédito / capital fictício / virtualismo pós-moderno etc.). Neste número são minuciosamente tratados os temas do debate marxista histórico sobre a teoria da crise, principalmente a controvérsia em torno das teorias do colapso de Rosa Luxemburg e Henryk Grossmann. Fica demonstrado que o marxismo tradicional, devido à sua ontologia do trabalho, no seu todo não foi capaz de absorver elementos decisivos da teoria da crise de Marx. Como a definição transhistórica da abstracção do trabalho falhou a qualidade específica deste como substância do capital, teve forçosamente de falhar também a questão central da problemática da crise como "dessubstancialização" ou desvalorização do valor. O resultado foi uma até hoje duradoura banal subjectivação das categorias politico-económicas, sobretudo pelo "marxismo ocidental". Em geral, este fracasso teórico na estrutura-sujeito-objecto da moderna relação de fetiche constitui a história secreta dos debates marxistas sobre a crise e o colapso, que deste modo teve de desvanecer-se na ilusão de um comando político das inultrapassadas categorias do fetichismo. Completamente às escuras e ideologicamente "abandonado" fica o problema da quantidade do trabalho abstracto nas mais recentes teorias, ligadas a I. I. Rubin, na medida em que elas querem desqualificar como "fisiológico-naturalista" o próprio conceito de substância de Marx. A polémica controvérsia sobre isso, juntamente com as teorias de Moishe Postone e principalmente de Michael Heinrich, fecham esta segunda parte do estudo.

    Subtítulos:

    "Teoria do colapso" como palavra de toque e conceito de falsificação da história da teoria marxista *** Teorias do colapso reduzidas como posição minoritária marxista na época da guerra mundial I: Rosa Luxemburgo *** Teorias do colapso reduzidas como posição minoritária marxista na época da guerra mundial II: Henryk Grossmann *** Da diabolização de Grossmann ao atrofiar do debate marxista da crise e do colapso *** Sujeito e objecto na teoria da crise. A solução aparente do problema em meras relações de vontade e de forças *** A crise e a crítica, a ilusão política e a relação de dissociação sexual *** O conceito de quantidade de trabalho abstracto e a acusação de "naturalismo"

    "Teoria do colapso" como palavra de toque e conceito de falsificação da história da teoria marxista

    ... ... ...

    Teorias do colapso reduzidas como posição minoritária marxista na época da guerra mundial I: Rosa Luxemburgo

    ... ... ...

    Teorias do colapso reduzidas como posição minoritária marxista na época da guerra mundial II: Henryk Grossmann

    ... ... ...

    Da diabolização de Grossmann ao atrofiar do debate marxista da crise e do colapso

    ... ... ...

    Sujeito e objecto na teoria da crise. A solução aparente do problema em meras relações de vontade e de forças

    Se voltarmos a passar em revista todo o debate histórico, duas realidades chamam a nossa atenção. Por um lado, a fobia à ideia de um limite interno da valorização do valor não se encontra realmente associada às conjunturas sociais da economia e da política, de crise e prosperidade. A chamada teoria do colapso foi desde o início um escândalo e um incómodo extremo, tanto durante os pachorrentos tempos das notabilidades marxistas do império Guilhermino, como na época de catástrofes das guerras mundiais e da crise económica mundial, e mais ainda na era de prosperidade do pós-guerra, e por fim também hoje de novo na crise mundial da terceira revolução industrial. O escândalo manteve-se e mantém-se independentemente de experiências históricas específicas, e a ideia de um limite absoluto imanente nem sequer no meio das maiores catástrofes da história mundial se tornou hegemónica no discurso marxista mainstream.

    Por outro lado, porém, é gritante a falta de profundidade da reflexão teórica em todo este debate, a rapidez com que se passa por cima da questão do conceito da dinâmica capitalista e o pouco que se tem em vista todo o instrumentário conceptual já apresentado por Marx. A crítica não é tanto desenvolvida de um modo imanente e fundamentado na coisa em si, nomeadamente nas contradições internas da reprodução capitalista no âmbito de um processo histórico dinâmico, mas pretende-se sim passar autenticamente ao lado da coisa, para chegar quanto antes a outra coisa completamente diferente. O grande escândalo ainda nem sequer é a ruptura iminente com a ontologia do trabalho marxista, que afinal não se vê em lado nenhum, uma vez que mesmo as teorias do colapso de Luxemburgo e Grossmann nunca abandonam esse terreno. Em todo o caso deverá ter havido um vago pressentimento deste problema, que transformou esse horror vacui do marxismo do trabalho face à perda de substância em motivação inconfessa.

    Outra coisa, porém, é desde logo plenamente evidente e ocupa um amplo espaço em todo o debate: nomeadamente o que é sentido como uma ameaça e um desaforo, que um colapso objectivo da valorização devido às suas próprias contradições internas poderia, por assim dizer, roubar o emprego ao proletariado, à maravilhosa classe operária, lançando-a no desemprego, não só no sentido da reprodução imediata, mas igualmente como sujeito histórico. É esta a causa mais profunda da fobia à ideia de colapso. Aqui, no essencial, nem sequer se trata de uma questão da reflexão crítica da economia, no contexto da teoria da crise marxista, mas de uma coerência ideológica básica, que só pode ser apreendida com recurso à crítica ideológica e não à teoria da crise.

    Com efeito, já Otto Bauer, no debate em torno da teoria da acumulação de Luxemburgo, nomeara o sujeito proletário como uma espécie de testemunha principal contra a lógica do colapso: "O capitalismo não fracassará perante a impossibilidade mecânica de realizar a mais-valia. Sucumbirá antes à indignação que infunde às massas populares. O capitalismo desmoronar-se-á, não apenas quando o último agricultor e o último pequeno-burguês em todo o mundo forem transformados em trabalhadores assalariados e, assim, não subsistir à disposição do capitalismo mais nenhum mercado a desbravar; será abatido muito mais cedo pela crescente indignação da classe operária que se encontra em constante crescimento, e que é formada, unificada e organizada pelo mecanismo do próprio processo de produção capitalista" (Bauer 1913, citado seg.: Rosa Luxemburgo 1923/1914, p. 481).

    O argumento do sujeito de vontade proletário como deus ex machina deve decidir o debate da teoria da crise, que, agudizada em teoria do colapso, é denunciada como "objectivista e determinista". Ora, o facto de esta recriminação ser dirigida precisamente contra Rosa Luxemburgo, que ao mesmo tempo se tinha destacado como teórica da espontaneidade proletária, da greve de massas e do activismo revolucionário contra a lei da inércia reformista da social-democracia, constitui na verdade uma piada de mau gosto. Pelo que Rosa Luxemburgo não tarda em ripostar a Otto Bauer, atirando-lhe à cara o seu oportunismo, por altura da catástrofe da guerra mundial. Logo um semelhante teórico da mais infame afirmação do domínio capitalista havia de pôr em acção o "sujeito de classe revolucionário"! Ainda assim aqui espreita o problema por resolver da relação-sujeito-objecto na sociedade burguesa moderna.

    Rosa Luxemburgo argumenta de modo antes de mais defensivo, quando na sua Anticrítica se refere a este problema: "O esquema da acumulação de Marx - se for bem entendido - precisamente na sua irresolubilidade, é o prognóstico exacto da ruína economicamente inevitável do capitalismo como resultado do processo de expansão imperialista... Poderá esse momento alguma vez tornar-se realidade? No entanto tudo isto não passa de uma ficção teórica, precisamente porque a acumulação do capital é um processo não apenas económico, mas antes político... Aqui, como noutros momentos da História, a teoria faz o seu serviço completo se nos apresentar a tendência do desenvolvimento, o ponto final lógico para o qual ela aponta objectivamente. Este tão-pouco pode ser alcançado como em qualquer período anterior da História pôde o desenvolvimento social desenvolver-se até às últimas consequências. Tanto menos precisa de ser alcançado quanto mais a consciência colectiva, desta feita encarnada no proletariado socialista, intervier como factor activo no cego jogo das forças. E a concepção correcta da teoria de Marx oferece a esta consciência, também neste caso, as propostas mais férteis e o incentivo mais vigoroso" (Luxemburgo 1914, ibidem, p. 479, itálico de Luxemburgo).

    Evidentemente o problema não fica resolvido com estas observações. A tendência para o colapso não poderia antecipar-se ao proletariado e substituir-se a ele, antes que o mesmo conseguisse levar à prática a sua "intervenção activa"? Por outro lado: será que o proletariado apenas pode intervir porque tem pelas costas esta tendência objectiva? Não poderia ele alcançar a emancipação social de um modo plenamente independente de semelhante tendência? A relação entre sujeito e objecto permanece por esclarecer; apenas se torna evidente que tal relação deve existir e que, exactamente na sua indefinição, pode ser instrumentalizada contra a teoria do colapso. Tal também tem algo a ver com a frequentemente apontada debilitação da auto-consciência humana pelas grandes teorias científicas e sociais da modernidade. Se o iluminismo entronizara, por um lado, o sujeito autónomo como demiurgo de si mesmo, a reflexão crítica, por outro, infligiu-lhe uma queda tanto mais dolorosa. Como é sabido, já Copérnico tinha banido o ser humano do centro do Universo; Freud negou-lhe a plena consciência psíquica de si mesmo; e em Marx o fetichismo do sistema produtor de mercadorias acaba também com a subjectividade politico-económica como último fundamento do desenvolvimento socio-económico. Estas observações já há muito que se tornaram o topos dos discursos da teoria social. Como é do conhecimento geral, o estruturalismo e a teoria dos sistemas prosseguiram afirmativamente nesta senda, onde o sujeito já é apenas uma sombra de si próprio, ou o mero "ambiente" de um contexto sistémico auto-referencial.

    Se descermos deste patamar, que ainda não teve oportunidade de desempenhar nenhum papel de relevo nos debates marxistas da teoria do colapso, o problema parece desde logo diminuir um tanto de dimensão. Face à sua concepção especial da "acção do sujeito", não dava jeito nenhum à social-democracia um colapso, um cataclismo da sociedade. Pois a sua ideia era que o grau cada vez maior de organização social do capital apenas teria de ser transferido para a mão do Estado, e desta de novo para a mão do proletariado (como acontece, por exemplo, em Hilferding), para se chegar ao Socialismo com toda a calma e pela via da acção parlamentar. Nesta medida o desejo reformista espreitava à esquina como pai do pensamento, por exemplo quando Gustav Eckstein, na sua polémica contra Rosa Luxemburgo, constatava quase com alívio: "Com os pressupostos teóricos caem por terra as consequências práticas, antes de mais a teoria da catástrofe que a camarada Luxemburgo edificara sobre a sua doutrina da necessidade da existência de consumidores não capitalistas" (Eckstein, ibidem, p. 493). Tanto mais acutilante acabou por ser a reacção de Rosa Luxemburgo na sua Anticrítica, redigida já depois de irromper a verdadeira catástrofe da guerra mundial; agora ela referia-se à "catástrofe como forma de existência [Daseinsform]"(ibidem, p. 480) do capitalismo imperialista.

    Mas o debate de modo nenhum se resumia à oposição entre as teorias "reformista" e "revolucionária" do agir subjectivo. Também as posições comunistas e outras posições activistas revolucionárias, que no fundo não precisavam de ter tanto medo de um cataclismo, atacaram a teoria do colapso com veemência redobrada, devido ao seu "objectivismo e determinismo". Bukharine, por exemplo, acusa Rosa Luxemburgo de "determinismo económico" (Bukharine, ibidem, p. 284), quando ele próprio parece cair no mesmo logo duas páginas depois, onde acaba por dizer sobre as instabilidades e crises cíclicas e a sua "resolução condicionada": "A sua amplitude e intensidade crescentes conduzem inevitavelmente ao colapso da dominação capitalista" (ibidem, p. 286, itálico de Bukharine).

    A ideia da "inevitabilidade" é evidentemente ela própria determinista, mas paradoxalmente é-o de um modo afirmado em sentido puramente subjectivo, quando Bukharine finalmente desvenda como a entende por oposição ao "determinismo económico": "Hoje já estamos em posição de não mais nos permitirmos ajuizar sobre o processo do colapso capitalista apenas com base em construções abstractas e perspectivas teóricas. O colapso do capitalismo já começou. A revolução de Outubro é a expressão mais viva e convincente disso mesmo. A revolucionarização do proletariado teve, sem dúvida, que ver com a ruína económica, esta com a guerra, a guerra com a luta por mercados para o escoamento da produção, mercados de matérias primas, esferas de investimento de capitais, em resumo, com a política imperialista no seu todo" (ibidem, p. 287, itálico de Bukharine).

    É evidente que Bukharine aqui coloca o conjunto do problema de pernas para o ar. O limite interno objectivo da valorização do valor com base nas suas próprias contradições converte-se em outro, puramente subjectivo e político, em limite de uma mera relação de vontades. A crise provém da esfera política, de onde também provém a emancipação ou a revolução, ao passo que a chamada economia, que na realidade constitui a lógica básica da valorização do valor, abrangente de todas as esferas oficiais, se reduz a um ameno ruído de fundo, e na verdade bastante irrelevante para o curso dos acontecimentos. O conceito do colapso é neste contexto uma embalagem enganadora. É que um colapso é por essência algo de objectivo, sofrido de forma passiva, condicionado por leis naturais ou sistémicas, e não um acto de vontade ou uma relação de vontade. Um colapso é quando uma pessoa sofre uma grave perturbação circulatória ou um enfarte, quando uma ponte se desmorona por excesso de peso, um motor gripa, uma estrela se contrai em um buraco negro, ou uma conexão sistémica (por exemplo um programa de computador) se torna instável e "crasha" etc. O termo torna-se desadequado quando se trata de actos de vontade num conflito consciente. Mas mais importante ainda é que Bukharine, na sua deturpação, acaba por dar mais uma cambalhota, fazendo no acto uma revelação involuntária. É que, embora subjective a objectividade do colapso, a reduza à política, ao mesmo tempo e inversamente objectiva esse mesmo sujeito, ao declarar a sua actuação "inevitável" e por conseguinte determinada. Chegados a este ponto deparamos novamente com a não solucionada problemática-sujeito-objecto da modernidade.

    E este problema vai-se repetindo e vai sendo arrastado através de todo o debate em torno da crise ou do colapso. Assim reaparece também nas tiradas de Eugen Varga contra Grossmann, alguns anos mais tarde. Também Varga retira do formol o sujeito (sujeito de classe) como deus ex machina. "Ele (Grossmann, R.K.) separa a economia da luta de classes; por isso, o seu ‘colapso’ não é a derrocada da ordem social capitalista, mas sim uma fantasia puramente económica..." (Varga, ibidem, p. 68, itálico de Varga). E, como em Bukharine, a "vontade determinada" acaba por se condensar no poder soviético, que torna supérflua qualquer teoria da crise no sentido de mecanismos sistémicos cegos. "Quem, no ano de 1929, tem a coragem de publicar um livro de seiscentas páginas sobre a ‘lei do colapso’ do capitalismo sem dizer uma palavra sobre o colapso do capitalismo já ocorrido na Rússia, por muitas citações de Marx que acumule, por muito doutas que sejam as suas considerações sobre o método do marxismo - quem faz tudo isto não compreendeu o abc do método de investigação marxista!... O motivo pelo qual se cala tão obstinadamente a queda do capitalismo na Rússia é por ser perfeitamente evidente que essas causas, que segundo Grossmann haveriam de ser responsáveis pela derrocada do capitalismo, não tiveram a mínima importância na derrocada do capitalismo realmente ocorrida na Rússia. De facto seria ridículo afirmar-se que o capitalismo na Rússia - a qual, como é sabido, era um país muito pobre em capital, que não parava de importar grandes quantias de capital estrangeiro - tivesse soçobrado devido a uma acumulação excessiva de capital!... Para nós, comunistas combativos, é um grande alívio sabermos que a real derrocada do capitalismo não está vinculada ao mecanismo causal com tanto alarido apregoado pelo senhor Grossmann..." (ibidem, p. 62 s., itálico de Varga). E assim Varga, aliviado, a escassos três anos da tomada do poder pelos nacional-socialistas, regozija-se com a expectativa da "derrocada do capitalismo" à escala planetária "... muito antes de ser possível ocorrer em todo o mundo uma ‘acumulação excessiva’ de capital" (ibidem, p. 63).

    Da perspectiva da actualidade, é mais que óbvio o grandioso acto falhado desta argumentação: o que Varga gostaria de entender como "derrocada do capitalismo" na Rússia, à semelhança aliás da maioria dos seus contemporâneos, era na realidade uma "modernização atrasada", uma implementação socio-histórica do sistema do trabalho abstracto sob a batuta do comunismo de Estado, numa zona subdesenvolvida em termos capitalistas da periferia do mercado mundial; ou seja, um regime historicamente não simultâneo de acumulação primitiva, que entrou ele próprio em colapso setenta anos mais tarde nas condições da 3ª revolução industrial. Mas a argumentação de Varga não apenas é absolutamente inconsequente em termos históricos e economico-políticos, no sentido do limite da socialização capitalista com base no trabalho abstracto e na respectiva forma do valor. Ao mesmo tempo, tal como no caso de Bukharine, ela lança involuntariamente uma luz crua sobre a estrutura-sujeito-objecto da modernidade, ligada ao problema da crise e do colapso, que apenas se consegue resolver sempre de forma paradoxal na subjectividade do político - e que, por isso mesmo, provoca os acessos de raiva contra o "determinismo político" das teorias do colapso.

    Não admira que, tal como a argumentação do social-democrata Otto Bauer e a do comunista Nicolai Bukharine contra o "determinismo económico" de Rosa Luxemburgo são quase idênticas, o mesmo também se aplique às argumentações correspondentes do comunista Eugen Varga e do social-democrata Alfred Braunthal contra Henryk Grossmann, ainda que Braunthal tente aqui também ajustar contas com os comunistas: "No entanto, os comunistas e os adeptos da teoria do colapso não só são alheios ou mesmo avessos à realidade, pelo facto de as suas teorias não brotarem da realidade viva, mas também negligenciam os dados da realidade, na medida em que fecham os olhos perante as forças transformadoras da sociedade, que já hoje operam de facto. Se levarmos estas forças em linha de conta e nos apercebermos da importância das crescentes tendências organizativas da economia, da crescente influência do operariado e da pressão crescente por este exercida no sentido da democratização da economia, com vista à transformação da sociedade de capitalista em socialista, torna-se evidente que o operariado não tem de esperar em soturna resignação por um futuro longínquo, em que, após um horrendo período de transição repleto de penúria e miséria, as tendências de colapso do capitalismo se imponham de forma automática, mas este conhecimento incita o operariado a mobilizar todas as suas forças para impor, não o colapso do capitalismo, mas sim a sua transformação em um sistema de sociedade socialista" (Braunthal, ibidem, p. 304).

    Não se consegue evitar um arrepio face a semelhante ingenuidade imediatamente nas vésperas da crise económica mundial, da barbárie nacional-socialista e da subsequente segunda guerra mundial. No entanto, ao mesmo tempo também se torna claro como é reduzida a diferença entre a reforma e a revolução na rejeição da teoria do colapso quanto ao problema do sujeito. No fundo tudo se resume à não simultaneidade histórica, à diferença entre a mesma interrogação por resolver, uma vez nas condições de um capitalismo ocidental já desenvolvido, e outra nas de uma sociedade periférica de "modernização atrasada", ainda não desenvolvida em termos capitalistas. Quer seja o operariado (ocidental) que deva exercer uma "pressão crescente no sentido da democratização da economia", ou se queira que a revolução proletária produza o suposto "colapso do capitalismo" sob a forma de uma ditadura comunista estatal do trabalho abstracto: a estrutura-sujeito-objecto e a sua aparente resolução no sentido da subjectividade política e contra o "determinismo económico" é a mesma.

    Talvez se torne mais nítido que aqui espreita um problema que está por resolver, e que não tem solução no âmbito da socialização do valor, se também considerarmos a posição dos comunistas de esquerda ou dos conselhos, que, face aos sociais-democratas e aos comunistas de partido, apenas agudiza e radicaliza essa aparente resolução em relações de vontade subjectiva. Na sua polémica contra Grossmann, Pannekoek exaspera-se: "Para ele, o capitalismo é um sistema mecânico, em que os seres humanos intervêm como pessoas da economia, capitalistas, compradores, vendedores, assalariados etc., mas que de resto têm de sofrer de forma passiva o que o mecanismo lhes impõe por força da sua estrutura interna... (O) mecanismo determina as dimensões económicas, ao passo que os seres humanos que agem e lutam se encontram fora dessa conexão" (Pannekoek, ibidem, p. 20).

    Eis-nos perante uma cantiga que teve de se nos tornar familiar; pois tem sido periodicamente tocada até hoje, nos debates da esquerda radical. Pannekoek abstrai por completo da forma social da consciência e mesmo da vontade. Quer atribuir às "pessoas que lutam e agem", independentemente da tematização crítica desta forma (a forma do valor) e da sua substância (o trabalho), um potencial de vontade transcendente, ou seja, atribuir, num acesso de falsa imediatez, ao ser-assim [Sosein] dos sujeitos constituídos de modo capitalista, tal e qual eles são e agem, algo que estes apenas podem alcançar pela mediação de uma crítica radical desta forma. Todo o "lutar e agir" permanece sob a égide de uma falsa objectividade, enquanto não tiver passado pela crítica da forma e da substância do trabalho abstracto. E, se isso não acontecer, as pessoas sofrerão através do seu próprio "lutar e agir" exactamente "o que o mecanismo lhes impõe por força da sua estrutura interna" - precisamente porque não se encontram "de fora dessa conexão".

    Essa conexão permanece (não só) para Pannekoek um bicho-de-sete-cabeças, e assim ele vai dar exactamente ao contrário do que pretende, nomeadamente, e tal como Bukharine, à objectividade do sujeito e à determinação da própria vontade: "O colapso do capitalismo, em Marx, depende de facto da vontade da classe operária; mas essa vontade não é arbitrária, não é livre, mas é ela própria totalmente determinada (!) pelo desenvolvimento económico. As contradições da economia capitalista... determinam a vontade do proletariado sempre de novo no sentido da revolução. O socialismo não vem por o capitalismo entrar em colapso económico e assim os humanos, operários e outros, obrigados pela necessidade, criarem uma organização nova. Pelo contrário, o capitalismo vem abaixo porque, tal como vive e viceja, se torna cada vez mais insuportável para os operários, instigando-os à luta, sempre de novo, até neles crescer a vontade e a força para derrubar o domínio do capital e edificar uma organização nova" (ibidem, p. 21 s.).

    Pannekoek nem sequer se apercebe que é indiferente se a vontade da classe operária "totalmente determinada pelo desenvolvimento económico" leva o capitalismo subjectivamente ao "colapso", ou se o capitalismo se desmorona por motivos a ele intrínsecos e assim "obriga" a classe operária de forma objectiva a "criar uma organização nova". Sem querer, ele ilustra claramente a permutabilidade do sujeito e do objecto na estrutura fetichista da reprodução, o que até acaba por ser elevado a honras de metafísica da história: "Para Marx, toda a necessidade social impõe-se por intermédio dos seres humanos (!); tal significa que o pensar, o querer e o agir humanos, embora pareçam discricionários à própria consciência - são totalmente (!) determinados pelos efeitos do meio; e é apenas pela totalidade destas acções humanas, determinadas no seu essencial por forças sociais, que se impõe uma regularidade no desenvolvimento social... A acumulação do capital, as crises, a miséria crescente, a revolução proletária, a apropriação do domínio por parte da classe operária, constituem juntas uma unidade indissolúvel que actua como lei natural (!), o colapso do capitalismo" (ibidem, p. 19).

    É deveras grotesco: a determinação subjectiva apresenta-se imediatamente como objectiva, sem que seja reflectido o contexto de mediação; assim, a vontade emancipatória aparece, ela própria, como parte integrante precisamente da mesma pseudo-"lei natural", que a bem dizer constitui o escândalo da falsa objectivação. O que aqui se manifesta é uma conceptualidade demasiado rudimentar da própria relação de capital, a que faltam os momentos decisivos da crítica da forma de fetiche e da substância de trabalho. Já manda saudades o estruturalismo de um Althusser, para o qual até a revolução será um "processo sem sujeito" - embora Pannekoek aparentemente se situe no outro extremo da escala-sujeito-objecto do radicalismo de esquerda marxista. O preço por a classe operária se manter como sujeito histórico e não deixar os seus louros pelas mãos do "determinismo económico" do colapso objectivo consiste em "a classe", ela mesma, apenas poder actuar como executora de supostas "leis naturais" da sociedade - o que constitui um sinal inequívoco de que esta construção, na realidade, se mantém presa no círculo sob a égide das categorias capitalistas, e de que esta ideia de uma "revolução proletária" mais não é que uma ideologia de desenvolvimento do trabalho abstracto, e representa um prolongamento do sistema da valorização, em que o "trabalho sem capital" poderia voltar a ser uma simples relação de capital.

    Como é evidente, o próprio Grossmann não ficou alheio à metacrítica ideológica da sua obra, fundamentada no problema do sujeito, para lá das definições imanentes da teoria da crise. Ainda no exílio nos U S América, mais de uma década após a interrupção do debate, ele tentava indirectamente defender-se da acusação do "determinismo económico", asseverando, à semelhança de Rosa Luxemburgo, que a tendência objectiva para o colapso de modo nenhum tornava supérfluo o agir subjectivo emancipatório. Segundo Grossmann, um "momento da teoria geral de Marx" essencial consistiria "na doutrina de que nenhum sistema económico, por muito acossado que seja, entra em colapso por sua iniciativa própria; tem de ser ‘derrubado’. A análise teórica das tendências objectivas de desenvolvimento que levam ao colapso do sistema serve para descortinar os ‘elos fracos’, a serem utilizados como uma espécie de barómetro, que indica quando o sistema se torna maduro para uma mudança fundamental. E mesmo quando esse ponto é alcançado, a revolução é levada a cabo tão-só pelo agir activo dos factores subjectivos... É graças a tal agir que as tendências objectivas podem ser realizadas" (Grossmann 1971/1943, p. 210 ss).

    Assim sendo, Grossmann agora já chegou ao mesmo ponto que Pannekoek; a objectividade (negativa, falsa) é subjectivada, ao passo que inversamente o agir subjectivo é objectivado ("realização das tendências objectivas"), o próprio sujeito já só é um "factor", a confusão é total. É óbvio que Grossmann nunca se tinha debruçado sobre este meta-nível, onde agora a posteriori ainda se espalha ao comprido, depois de há muito se ter tornado claro que o seu esforço de análise no plano das categorias do valor e da teoria da crise a elas ligada não podia chegar a lado nenhum.

    Já só faltava um pequeno passo para reduzir este dilema por completo à pura subjectividade das relações de vontade e declarar as categorias da crítica da economia política de Marx na prática completamente irrelevantes. A relação de capital, como relação de vontades exterior, já não é então mais que "vontade contra vontade" (ainda assim novamente expressa de forma objectivada como "classe contra classe", visto que, como é sabido, a categoria classe é por sua vez sistemicamente constituída, e assim desde logo faz parte da objectividade). Para ser mais exacto: a objectivação incompreendida da categoria classe é reduzida a uma simples questão de vontade, de modo que a objectividade do fetiche capitalista aparentemente se resolva numa simples "relação de forças" de determinações de vontades contraditórias.

    Foi Karl Korsch quem, na discussão da meta-problemática da relação-sujeito-objecto no âmbito do debate sobre a crise e o colapso, ajudou a preparar esta viragem. Para ele, qualquer teoria do colapso representa uma "deformação objectivista": "Semelhante teoria não me parece apropriada para produzir essa plena seriedade do agir auto-responsável da classe operária que luta pelos seus objectivos próprios, necessária tanto à guerra de classe dos operários como a qualquer outra guerra comum" (Korsch, citado segundo: Marramao 1977, p. 18). Como constata Marramao, Korsch vai até ao ponto de encarar "a representação dialéctica do Marx maduro como uma mera alegoria destinada a excitar a vontade de luta e o espírito revolucionário do proletariado" (Marramao 1977, p. 21, itálico de Marramao).

    Giacomo Marramao, que no contexto do marxismo da nova esquerda dos anos setenta se ocupou do problema, designa com razão esse pensamento de Korsch como "redução pragmática do momento dialectico-morfológico da crítica da economia política" (ibidem, p. 42). Como consequência última deste pensamento, as categorias do trabalho abstracto, valor, mercadoria, preço, mais-valia, composição orgânica, queda tendencial da taxa de lucro etc., ou seja, as balizas teóricas da reprodução capitalista assim como da sua crise, têm de se reduzir a meras "alegorias" de determinações de vontade das "classes", pensadas como sujeitos de vontade sem pressupostos. O plano da constituição do fetiche e do "sujeito automático", que de qualquer modo nunca tinha sido entendido, agora é abolido de vez, as objectivações reais convertem-se em meras vestes de relações de vontade puramente subjectivas.

    É verdade que Korsch também se pronuncia contra um mero subjectivismo da acção directa não mediada etc., mas isso refere-se unicamente aos planos da mediação no âmbito das supostas puras relações de vontade, e não à objectividade negativa da relação de fetiche e da crise como limite objectivo: "Esta postura declara toda a questão da necessidade ou evitabilidade objectivas das crises capitalistas uma questão que nessa generalidade não faz sentido no âmbito de uma teoria da revolução prática do proletariado... Antes ela crê que, através de uma investigação empírica cada vez mais exacta e pormenorizada do presente modo de produção capitalista e das suas nítidas tendências de desenvolvimento futuro, também podem ser feitos certos prognósticos que, embora sempre muito limitados, sempre chegam para as necessidades da acção prática" (Korsch, ibidem, p. 18 s., itálico de Korsch).

    Aqui se mostra a consequência desse "reducionismo pragmático" das categorias capitalistas forma e substância: o movimento histórico já não se apresenta como movimento dessas mesmas categorias, que só seria possível entender com base na teoria correspondente, mas já apenas se manifesta na redução a relações de vontade, ou seja, reduzido ao "plano empírico" e à sua "investigação", sendo que esta empiria é concebida de modo imediato como sendo referente a relações de força entre determinações de vontades antagónicas. Tinha nascido a famigerada análise das classes: acabou-se qualquer investigação e debate sobre o movimento categorial e o seu nexo interno, findou o debate sobre as teorias da crise e do colapso, sobre a queda tendencial da taxa de lucro, o problema da realização e outros que tais - todos eles despromovidos a "questões que nesta generalidade não fazem sentido". Em vez disso já só permanece a análise empírica no sentido das estruturas das classes e das suas alterações, que assim sendo também incluem as alterações nas relações de vontade. Ou seja, precisamente aquilo que o operaismo, com os seus teoremas da recomposição da classe operária, havia inscrever na sua agenda como um reducionista programa de investigação permanente.

    Como é óbvio, com este tipo de expedientes não se consegue escapar à relação-sujeito-objecto da constituição do fetiche moderno. Apenas se prolonga o dilema que já surge em Pannekoek e que radica no curto entendimento do marxismo do movimento operário em geral: quanto mais subjectivo, mais objectivo; quanto mais a relação de fetiche é concebida como uma pura relação de vontade de sujeitos de vontade pensados sem pressupostos ("classes"), cujos reais pressupostos permanecem na sombra, tanto mais a objectividade falsa, negativa, acaba por se reintroduzir pela porta das trazeiras, e os teóricos da imediatez, que já nem sequer reflectem os seus próprios pressupostos, vêem-se constrangidos a coisificar por completo a estrutura e a consciência do seu esplêndido "sujeito de vontade proletário" e "investigá-lo" como um objecto natural objectivo, com o que evidentemente desmentem da forma mais embaraçosa a sua ênfase no "agir auto-responsável da classe proletária em luta pelos seus próprios objectivos".

    Tal como a história secreta do debate do marxismo tradicional sobre a crise e o colapso consistiu, para lá do plano reduzido da economia política, na desagradável tematização dessa pouco esclarecida estrutura-sujeito-objecto da socialização do valor moderna, assim o programa secreto da sua resolução consistiu na redução das categorias objectivadas do capital a puras relações de vontade, que de seguida podiam ser observadas e investigadas sob aspectos diversos. A história do pós-guerra da nova esquerda foi, toda ela, permeada por este paradigma. Foi simplesmente adoptado este resultado do debate do colapso, não sujeito à mínima análise crítica e de todo irreflectido; e foi precisamente por isso que não só o conceito de colapso, como palavra não grata, se transformou em um mero fantasma, mas também o caminho para um desenvolvimento ulterior da crítica da ontologia do trabalho permaneceu obstruído, e os bastante tematizados conceitos de coisificação ou de alienação não passaram de uma superficial formulação socio-filosófica.

    O plano da constituição social, o problema da constituição de fetiche e do "sujeito automático", teve de continuar assim não elaborado e foi mesmo expressamente rejeitado. Apesar das aparências exteriores, tal tendência não é contrariada nem mesmo pela corrente do debate do estruturalismo de Althusser. Althusser deixou sobrar o "sujeito proletário" num estado perfeitamente irreflectido, mas despido da sua ênfase e reduzido a um "executor" de processos estruturais. Porém, como foi assinalado, já Pannekoek tinha chegado a esse ponto, que no fundo também foi o pressuposto implícito ou explícito de todo o "materialismo histórico". O pólo oposto operaista apenas constituiu o reverso da mesma medalha. Não é por acaso que tanto Luis Althusser como Toni Negri rejeitaram expressamente tanto o conceito de fetiche como toda a argumentação de Marx sobre ele edificada. Deste modo, juntamente com o problema do limite interno objectivo da valorização, também a forma social do sujeito e a sua substância (do trabalho) foram definitivamente apagadas como possíveis objectos da reflexão e da crítica radical.

    A crise e a crítica, a ilusão política e a relação de dissociação sexual

    A subjectivação reducionista das categorias foi politico-economicamente justificada com o desenvolvimento do próprio capitalismo, até um capitalismo "organizado" (Hilferding). Os problemas da valorização, na realidade resultantes de um processo secular de dessubstancialização do próprio valor, que tinham potenciado as intervenções do Estado desde o fim do século XIX (com os posteriores impulsos da economia de guerra da época das guerras mundiais e mais tarde da regulação fordista na segunda metade do século XX), apareciam a bem dizer como "remoção da lei do valor", através do pretenso comando directo da política e da gestão dos conglomerados empresariais sobre a reprodução capitalista. Esta representação assombra todos os domínios dos padrões interpretativos entretanto classificados com o rótulo de "marxismo ocidental" e que arvoram a pretensão de ir além do "economismo" do marxismo tradicional - quando na realidade representam apenas o reverso subjectivo-ideológico da mesma medalha.

    Com isto se prolonga e potencia a ilusão política, tal e qual ela tinha caracterizado o marxismo do antigo movimento operário desde o início. A "luta pelo reconhecimento", no terreno do trabalho abstracto e portanto da socialização do valor, na realidade só podia ser conduzida de forma política precisamente devido à sua limitação, pois a política não é senão a "esfera de tratamento" secundária dos problemas sociais continuamente causados pela relação de capital. Esta esfera, de acordo com o seu conceito, pressupõe a valorização do valor como positiva, sendo considerada uma componente imanente do valor como forma social. Qualquer contraposição de economia e política que se fique por esta diferença e suponha as duas esferas como mutuamente exteriores, sem conseguir compreender a sua conexão abrangente [übergreifenden Zusammenhang] na relação de valor e na substância de trabalho, permanece decisivamente reduzida e desemboca em alguma variante da ilusão política. A política, de acordo com o seu conceito, está relacionada com o Estado, mas o Estado como categoria e como aparelho concreto representa o mecanismo de tratamento político do capitalismo, que per se não pode conduzir para além do fim em si da valorização do valor, não passando, pelo contrário, de uma simples função desta coacção (as fricções no decurso do processo de tratamento político podem involuntariamente libertar potenciais da crítica, mas isto nada muda no estado das coisas estrutural).

    O entendimento do carácter comprometido com o sistema do Estado e da política pressupõe no entanto o entendimento da falsa objectivação das categorias capitalistas em geral e do carácter de fim em si do "sujeito automático". Daqui resulta uma crítica do Estado completamente diferente da do marxismo tradicional. O modo de falar do Estado como "comité de gestão de negócios da burguesia", tal como é usado ocasionalmente também por Marx e como se consolidou finalmente no conceito de "Estado de classe", é de muito pouco alcance e é a expressão de uma subjectivação sociologística. As classes não determinadas nos seus pressupostos, mas na realidade categorias derivadas da relação de fetiche que são tomadas por sujeitos sem pressupostos, parecem então subsumir todas as categorias da reprodução do capital sob esta subjectividade sociológica, como sua última base. Precisamente por isso, porém, as categorias trabalho, valor, Estado, política etc., são ontologizadas, pois só são definidas como objectos da crítica pelos seus atributos, como "trabalho (transhistórico) explorado pelo capital", "valor apropriado pelos dominantes (mais valia)", "Estado da burguesia" etc., de modo que se gostaria de imaginar um "trabalho livre", um "valor apropriado com autodeterminação, isto é, justamente repartido", um "Estado proletário" e, nota bene, uma "política emancipatória".

    A falsa subjectivação já estava na hipóstase do conceito de classe sociologicamente reduzido, como pretenso ponto de partida de toda a reflexão (enquanto Marx começa com a forma da célula capitalista valor, com a determinação da reprodução pela forma fetichista, e não com a classe sociológica). No marxismo tradicional, ainda assim, as categorias da crítica da economia política desenvolvidas por Marx, que nada mais exprimem que a objectivação negativa da constituição de fetiche, do "sujeito automático", levaram por algum tempo uma vida própria fantasmática e produziram aqueles debates sobre desenvolvimento capitalista, tendências de crise e colapso, que permaneciam sistematicamente não mediados com a supostamente "autêntica" problemática das "classes" e da sua "política"; daí também o desembocar em e o fracassar na não resolvida questão abstracta da estrutura-sujeito-objecto.

    Na medida em que o movimento operário, na sua "luta pelo reconhecimento" como sujeito do trabalho, do direito e da cidadania estatal, que necessariamente assumia a forma política, foi bem sucedido, transformou-se ele próprio em sujeito burguês, na "jaula de ferro" (Max Weber) da socialização do valor. O seu êxito foi simultaneamente um auto-acorrentamento e uma auto-condenação à forma fetiche, e a política permaneceu o veículo desse encantamento. A ascensão do movimento operário, o seu sucesso na "luta pelo reconhecimento" (um sucesso escrito a sangue, pois encontrou a sua realização na primeira guerra mundial - o pleno reconhecimento veio junto com o sacrifício de sangue no altar da nação burguesa) e a ascensão da intervenção do Estado caminharam de mãos dadas. O que seria mais óbvio do que concluir agora a subjectivação das categorias, entender definitivamente mal a política como forma de emancipação e justificar isto com o próprio desenvolvimento do capital?

    A teoria do "capitalismo organizado", da pretensa "suplantação da lei do valor" e do "comando político" sobre as categorias reais do trabalho abstracto e do valor prosseguiu apenas, por um lado, a clássica tendência da social-democracia a "ir-se chegando paulatinamente" e sem quebra ao "socialismo" de uma auto-trituração autodeterminada numa sociedade fabril organizada ou "fábrica social total"; por outro lado, levou até ao fim a subjectivação e tornou-se assim susceptível de também dar lugar a interpretações de esquerda radical, que no entanto permaneciam enraizadas na mesma lógica. Isto aplica-se tanto à teoria de Horkheimer e Adorno do "Estado autoritário", que supostamente actuaria para além da lei do valor, como às posteriores posições operaistas. Em cada caso, quer o pretenso regime de comando político sobre o trabalho abstracto/forma do valor se tenha apresentado como positivo (social-democracia), quer (não em último lugar sob a impressão do nacional-socialismo) tenha sido entendido como "fatalidade" (Horkheimer/Adorno), ou tenha figurado como pura "determinação da vontade" do inimigo de classe, que devia desafiar e mobilizar sempre de novo a "contra-vontade" do proletariado (Negri-Operaismo) - perante este pano de fundo, quando tudo se dissolveu na "política", já não é pensável um limite interno objectivo. Com isto, no entanto, a aparente "suplantação" das teorias do colapso tornou-se idêntica à ilusão política acabada, com a inflexão do pensamento da emancipação para a esfera da função política da modernidade capitalista.

    É com razão que Giacomo Marramao chama a atenção nos anos 70 para que "são precisamente os teóricos do austromarxismo que abrem no marxismo europeu aquela ‘saison da subjectividade’ que consiste numa leitura renovada, activista, das obras de Marx, através do filtro de determinados temas do neo-kantismo" (Marramao, ob. cit., 26). De modo nenhum por acaso, os activistas radicais de esquerda do operaismo e correntes semelhantes dos anos 70 (e em parte até hoje) invocam nas suas análises teóricas precisamente do teorema de Hilferding do "capitalismo organizado". Esta orientação geral tinha por consequência, porém, como Marramao constata de seguida, "tanto junto dos austromarxistas neo-kantistas, como também junto da ala maioritária do comunismo de esquerda, uma restrição gnoseológica daquele domínio que em Marx é determinado pelas relações sociais de produção. Ao postulado do momento subjectivo (etico-universalista) corresponde a análise sociológico-empírica do "múltiplo ou do real". Em vez de tornar reconhecíveis as leis que determinam as tendências do modo de produção, a análise económica perde-se assim num exercício de micro-sociologia" (ob. cit. 26, itálico de Marramao).

    Este entendimento crítico ficou porém por desenvolver, um simples elemento de pista, e não pôde impedir que o mainstream da nova esquerda se tivesse movido nas variantes da falsa subjectivação de Negri. O que se encontrava também na própria argumentação de Marramao, uma vez que esta não chegou ao problema da constituição-fetiche, nem à solução do dilema-sujeito-objecto, mas ela própria já partia a priori da redução desconceptualizada à política; o objectivo do seu ensaio, esclarece ele logo no começo, estava "na perspectiva de uma complexa nova definição de uma política adequada à situação dos países tardo-capitalistas" (ob. cit., 13, itálico de Marramao). Isto lembra fatalmente Christoph Deutschmann, no qual a aproximação ao problema do limite objectivo enquanto dessubstancialização também se transforma imediatamente no paradigma do tratamento político; o que em Deutschmann aparece no plano das categorias do capital, como "política económica", transforma-se em Marramao na abstracção vazia "da política" em geral, no metaplano do problema-sujeito-objecto.

    Por aqui se ficou até hoje. Tanto o pós-operaísmo de Negri, que de há algum tempo a esta parte tem feito furor de novo (pelo menos nos suplementos culturais), como em termos gerais a esquerda pós-moderna, mas também posições antes de mais do marxismo tradicional da "luta de classes", continuam apegados a um conceito tão difuso quanto inflacionário de "política", degradado à frase vazia. Nem sequer sabem de que história são o resultado. A política é equiparada de qualquer maneira com intervenção em geral, passando ao largo das categorias, que mais do que nunca estão degradadas a um mero ruído de fundo. O que em Pannekoek ainda foi pré-pensado com pouca clareza, concluiu-se até à estupidificação categorial da esquerda. Invocam-se os sujeitos ou "o sujeito" puro e simples, a forma não é nada e a vontade, tudo. Indiferente ao trabalho abstracto, à substância do valor e à forma do valor, ao desenvolvimento e à crise, pretende-se mobilizar nos seres humanos em falsa imediatez tudo aquilo que de algum modo "não se encaixa" na valorização do valor, como se isso fosse possível sem a mediação da crítica da forma do sujeito e da sua substância social. "A capacidade de intervenção" é tudo, e precisamente por isso nunca dá nada. Nos meios de esquerda, que são determinados por este conceito político inflacionário, vazio e desvanecido, a ideia de um limite interno objectivo já só provoca uma espécie de grunhidos e, mês sim, mês não, celebra-se a despedida definitiva dos "teóricos do colapso". E esses grunhidos tanto mais são rosnados e escarrados quanto mais penosa e regularmente a "intervenção política" se ridiculariza até ao tutano.

    É um esforço inglório querer apresentar a estes meios de cena, que não são senão os últimos moicanos da história marxista, uma reformulação da reflexão categorial, enquanto eles próprios não consigam dar passos nessa direcção, encarando de frente desde logo o seu próprio comportamento de lemmings do intervencionismo político. No entanto, a reflexão categorial também pode e deve ser desenvolvida independentemente da capacidade de recepção destes ilusionistas políticos do social em estado terminal. Retomemos a discussão no ponto em que o debate histórico colapsou na subjectivação das categorias. Em que sentido é que o problema se coloca de novo, se a ontologia do trabalho marxista for criticada e superada, o que por seu lado também conduzirá a uma nova definição do sistema categorial do trabalho abstracto?

    Apesar da sua redução à sociologia das classes e à política, o marxismo tradicional pôde viver com a objectivação das categorias por as ter positivado e transformado em objectos ontológicos de um tratamento político reduzido aos atributos, cujo resultado acabaria por ser a subjectivação categorial total; o movens desta subjectivação era constituído pela discussão em torno da teoria do colapso, que conduziu à paralisia na insolúvel aporia-sujeito-objecto. O regresso às categorias após a passagem pela crítica radical da ontologia do trabalho já não pode conceber positivamente a conexão categorial do trabalho abstracto, mas apenas negativamente (como se explicitou na primeira parte deste estudo). Mas com isso também se coloca de modo diferente o problema-sujeito-objecto no contexto da questão da crise e do colapso. O sujeito e o objecto já não podem ser relacionados de um modo simplista como unidade positiva, mas têm que ser percebidos primeiro no seu rompimento [Zerrissenheit].

    Logicamente a questão da crise e do colapso está então sediada puramente no plano da objectivação falsa, negativa, e do movimento categorial autonomizado da dinâmica capitalista. A questão da crise e do colapso deve ser portanto estritamente separada da questão da emancipação. Ambas se separam em primeiro lugar conceptual e realmente, tal como a sociedade-fetiche moderna se constitui em geral em polaridades autonomizadas opostas. A emancipação só pode ser consciente; crise e colapso, pelo contrário, de acordo com o seu conceito, só podem acontecer num processo inconsciente de desenvolvimentos objectivados e nada têm a ver imediatamente com o agir consciente. Daí que o capitalismo pode colapsar sem que os seres humanos se emancipem. O resultado seria o auto-aniquilamento da humanidade, ou a "queda na barbárie", como Marx assinalou metaforicamente esta alternativa. O conceito é problemático e de proveniência eurocêntrica, mas é o mais atreito a assinalar uma possibilidade, última, de objectivação negativa. Assim, de facto, pode-se ver na televisão as "catástrofes de natureza social", até elas atingirem o próprio, mas não a própria emancipação do contexto que provoca essas catástrofes. Inversamente, os seres humanos podem em princípio emancipar-se sem que o capitalismo colapse. Este colapso não é nenhuma pré-condição social indispensável da emancipação, mas pode, na sua cega objectividade, tornar-se na condição de ambiente social do pensar e do agir emancipatórios, se a transformação emancipatória se fizer esperar por muito tempo e for dada ao capitalismo a oportunidade de desenvolver completamente as suas contradições internas. Crítica e crise são assim botas de dois pares, e quem calçar uma bota de cada par e quiser correr nesta falsa unidade tem que cair sobre os próprios pés.

    Nesta perspectiva torna-se completamente impossível uma afirmação como a de Paul Mattick, que junta de modo simplista ambos os polos e abstrai do seu rompimento [Zerrissenheit] a favor de um monismo não mediado de sujeito e objecto: "O conhecimento teórico de que o sistema capitalista, por causa das contradições que o impulsionam, só pode desembocar no colapso não obriga por isso à opinião de que o colapso real seja um processo automático, independente dos seres humanos" (Mattick, cit. em Marramao, ob. cit., pag 25, itálico de Mattick). A fórmula desamparada do colapso "real", como se houvesse um autêntico e outro não autêntico, remete apenas para o facto de que não se chegou ao fundo do problema. Tanto a tendência secular para o colapso, enquanto dessubstancialização ou desvalorização do valor, como também um processo real de colapso, no fim da capacidade de desenvolvimento capitalista, são de facto como legalidade sistémica um "processo automático", enquanto os seres humanos agirem conforme a determinação da forma capitalista; mas daí não resulta jamais "automaticamente" uma outra sociedade, emancipada.

    Até este ponto já o problema foi discutido noutro lugar (vide Kurz 2003, 226 sg.). Mas com isto não se esgotou ainda a colocação da questão, mesmo se tal contribuiu ao menos para desfazer a distorção do problema-sujeito-objecto no contexto da problemática da crise e do colapso. Poder-se-ia contudo objectar que, com a tónica na estrita objectividade da tendência de crise e colapso, por contraposição à crítica e à emancipação, o problema acabou por ser de novo objectivado, uma vez que o que aqui está em questão não é a objectividade de processos da "primeira natureza" efectiva, mas a objectividade de uma pseudo-natureza social, que em última instância tem de ser mediada por acções humanas. Uma vez que nem pode ser de outra maneira, a questão a colocar de seguida é evidentemente a da mediação "subjectiva" da objectividade social, em vez de subjectivar esta objectividade de modo não mediado (como fazem, em grande medida, o marxismo da sociologia das classes e particularmente o comunismo de esquerda/operaismo), ou entendê-la mal como uma objectividade no sentido das ciências naturais (como a doutrina da economia política). No fundo trata-se do mesmo problema que nas ciências sociais burguesas desde sempre se constituiu como a oposição entre a teoria da estrutura e a teoria da acção.

    Uma vez que em última instância todas as manifestações, categorias e processos sociais não são produzidos nem conduzidos por nenhuma "coisa do exterior", mas remontam a acções e decisões humanas, então não há realmente nenhum determinismo em geral, pelo menos absoluto. Tudo o que aconteceu e acontece, incluindo a objectivação da "segunda natureza", é determinado por acções e decisões. A pura objectividade de um processo histórico e a filosofia da história positiva a construir sobre ela é sempre uma interpretação ex post, que glorifica como "necessidade" um percurso simplesmente real (em Hegel elevado a sistema e simplesmente "virado do avesso" no chamado materialismo histórico). Na realidade todos os processos históricos são sempre até um certo ponto abertos e indeterminados, enquanto não forem tomadas decisões nem executadas acções. À semelhança das explicações populares da física quântica, poder-se-ia apresentar a história como uma nuvem de probabilidade de possibilidades indeterminadas, que apenas no momento do agir se consolidam em realidade histórica.

    Mas, primeiro, há acções e decisões de alcances diversos; em segundo lugar, as acções e decisões constituem uma conexão em cadeia, de modo que uma vez executadas já não podem ser revertidas. E nesta medida todas as acções encontram-se sempre ligadas aos resultados de acções anteriores e por estas condicionadas. Enquanto a sociedade humana não chegar a uma consciência própria como "associação de indivíduos livres", que sempre já correflecte as condições e as consequências da sua acção social e que, em decisão livre e consciente, decide sobre a realização das suas possibilidades, também as conexões em cadeia sempre voltam a adensar-se em padrões de acção cegos, na matrix de uma "segunda natureza" que se autonomiza face aos indivíduos e se apresenta como uma "coisa exterior".

    Em termos gerais, isto poderia ser designado por constituição de fetiche, sendo que toda a História até à data foi a história das relações de fetiche. Uma semelhante matrix é o que Marx designa por modo de produção histórico e que poderia alargar-se no conceito de um modo de vida e de produção; na ciência histórica burguesa fala-se muitas vezes de culturas, no marxismo por vezes também de formações sociais. Para recorrer uma vez mais à comparação com a física, poder-se-ia também falar de um campo histórico. Trata-se aqui precisamente daquilo que no início deste estudo foi criticado como défice de percepção sistemático do pensamento pós-moderno, que vê a contingência em acção de modo quase indiferente, sem desenvolver um conceito desses campos históricos e das diferenças da respectiva matrix. O pensamento pós-moderno é não histórico, precisamente neste sentido de um entendimento da contingência meramente difuso.

    Porém, uma vez constituído um tal campo, este limita a contingência, que fica reduzida às possibilidades no interior da sua matrix. Portanto na contingência historico-social temos que nos defrontar com duas distintas nuvens de probabilidade; à uma, com a nuvem de probabilidade de ordem superior da história, a partir da qual tais campos históricos ou formações se condensam, e, por outra, com uma nuvem de probabilidade secundária, a partir da qual a história interna de tal campo se desenvolve de acordo com o padrão da sua matrix específica.

    Evidentemente, há que dizer desde já que esta conceptualidade, mesmo representando uma generalização, deve-se por inteiro à experiência criticamente elaborada da constituição social capitalista moderna. Para a investigação de estados anteriores e da história anterior no seu conjunto como "história de relações de fetiche", há que acrescentar apenas uma prudente pretensão heurística, mas nenhuma nova "filosofia da história" ideológica. Portanto, há que evitar os erros da filosofia do iluminismo e do materialismo histórico, os quais ambos - num caso afirmativamente, noutro com propósito crítico - ontologizaram transhistoricamente as categorias capitalistas modernas, com que o materialismo histórico revestiu a história duma lógica de desenvolvimento dinâmico, como "dialéctica de forças produtivas e relações de produção", que na realidade caracteriza apenas o capitalismo, a moderna socialização do valor.

    De entre todos os campos históricos, o capitalista da modernidade é o único cuja matrix produziu a dinâmica interna de um cego processo de contradição na realização do padrão da acção e, com isso, uma objectividade de segunda natureza que pode provocar um colapso objectivo; e assim acontece ao contrário de todas as constituições pré-modernas, por exemplo dos campos históricos das sociedades agrárias, nos quais a objectividade fetichista não se configurou em nenhuma dinâmica interna deste tipo. Por isso também a sociedade capitalista é a única a ter conduzido, por força desta dinâmica destrutiva, aos limites de uma "história de relações de fetiche" e a ter sequer tornado possível o conhecimento do carácter de fetiche em geral; no entanto, de modo algum positivamente, como coroação de uma "história de progresso" necessária, mas sim de modo puramente negativo, como problema de uma dinâmica interna de colapso especificamente pertencente a este campo histórico.

    Neste contexto, há que questionar agora (de novo generalizável historicamente apenas de modo limitado) o carácter diferente da nuvem de probabilidade das possibilidades de acção e de decisão. A contingência apresenta-se de modo diferente, dependendo de se nos colocamos no plano da constituição do campo histórico como tal, ou no plano da sua história interna. Não há nenhum processo de necessidade histórica, a partir do qual o capitalismo como formação histórica "tivesse de" surgir, mas uma espécie de alteração climática para a nuvem de probabilidade das possibilidades de acção, quando a contingência atingiu um estado em que um determinado campo histórico da sociedade agrária começou a decompor-se. Nesta decomposição a peste desempenhou um papel, mas mais ainda a revolução militar das armas de fogo, na chamada idade moderna primordial; a explicação detalhada destes desenvolvimentos constitui um tema próprio e não vem ao caso aqui. Mas é importante a constatação de que com isto se verificou na nuvem de probabilidade da história a possibilidade de um salto qualitativo nas condensações da acção e da decisão, da passagem para a constituição de um novo campo histórico, cuja natureza inicialmente permaneceu ainda indeterminada.

    Nesta fase de transformação também teria sido possível a constituição de um novo campo completamene diferente do do capitalismo. Ou que a condensação da nuvem de probabilidade no campo capitalista tivesse parado em determinados níveis de desenvolvimento, transformando-se noutra configuração. Isto torna-se particularmente claro em três pontos históricos. As guerras camponesas dos séculos XV e XVI representaram um levantamento contra a constituição inicial da matrix capitalista, quando esta estava apenas em formação embrionária; se tivessem saído vitoriosas (a sua derrota não era de modo nenhum "necessária") então ter-se-ia constituído uma outra matrix a partir da nuvem de probabilidade; ainda que presumivelmente não uma suplantação da história das relações fetichistas, mas sempre um outro novo campo histórico, com outro padrão de acção que não o capitalista. Os movimentos sociais e revoltas do século XVIII e início do século XIX já estavam mais impregnados da matrix capitalista em formação, mas continham ainda assim a negação do trabalho abstracto; se tivessem saído vitoriosos (e a sua derrota não era absolutamente "necessária"), então a constituição capitalista teria sido parada nesse ponto e a nuvem de probabilidade teria assumido uma outra qualidade na sua condensação. O movimento operário moderno clássico do fim do século XIX, finalmente, já tinha interiorizado amplamente na prática o padrão de disciplinamento do trabalho abstracto, mas ao mesmo tempo, através da recepção da teoria de Marx, que pela primeira vez tematizou em crítica radical o conceito não só do trabalho abstracto e da forma do valor, mas também da relação de fetiche em geral, ficou cheio da possibilidade de uma ruptura consciente; bem cintilante, aliás, nos primeiros programas e intenções marxistas, que na realidade não tardaram a ser abandonados - mas também isso não era absolutamente "necessário". Também neste ponto, tivesse a constituição capitalista ainda sido parada e poderia ter começado uma transformação, que seria certamente acompanhada de violentas fricções, mas nem por isso teria sido "impossível" (ter-se-ia vencido o problema do trabalho abstracto, isto é, o movimento de transformação deveria ter-se emancipado desta matrix através do desenvolvimento da crítica, e com isso dos próprios momentos de interiorização).

    Apenas porque neste ponto de ruptura a nuvem de probabilidade se condensou em decisões fácticas, de modo nenhum assentes a priori, que de cada vez resultavam a favor duma mais ampla consolidação e desenvolvimento do campo capitalista, pôde a dinâmica de contradição capitalista continuar a desenvolver a sua lógica de um movimento objectivo das categorias autónomas, com base na matrix constituída. A contingência que ainda restava cada vez numa nuvem de probabilidade de segunda ordem, numa história interna do campo capitalista, era então por sua vez determinada do ponto de vista da lógica de desenvolvimento geral; no interior deste determinismo do campo do conjunto, contudo, eram e são abertas e indeterminadas cada uma das decisões e acções realizadas. Assim, por exemplo, a constituição atrasada do Estado nacional alemão no século XIX não teria necessariamente que ser bem sucedida, cada uma das partes do posterior império alemão teria podido integrar outra estrutura de Estado, e a humanidade teria sido poupada a muita coisa (do mesmo modo também podia pelo contrário ter ocorrido já no século XIX a constituição dessa nação, com a inclusão da Áustria). Nem a vitória do nacional-socialismo, nem a consequente história de catástrofes eram forçosas ou "historicamente necessárias"; mesmo com um desenvolvimento mais aprofundado do campo capitalista, a humanidade não tinha que ter suportado incondicionalmente estes agravamentos extremos da potência para a barbárie no interior do capitalismo.

    Aqui, porém, não se trata da contingência da história no interior do capitalismo, mas da questão da lógica de colapso que se refere inequivocamente ao campo capitalista como tal. Se a dinâmica de contradição do capitalismo contém em si uma tendência de colapso, então ela é o resultado dessa objectivação do campo com tais qualidades. Também a constituição desta objectivação das categorias e da sua cega dinâmica de colapso, como processo logicamente determinado, é de facto determinada pelas acções humanas e levada a cabo pelas acções humanas; mas não pelas acções e sua intencionalidade imediatamente, mas pelo facto de estas mesmas acções, num processo incontrolado, terem feito primeiro uma matrix, um padrão de acção, que se objectivou nas categorias sociais e deu lugar a uma dinâmica de contradição autonomizada; e na medida em que o posterior agir se realiza nestas categorias e de acordo com esta matrix, os seres humanos, sem disso estarem conscientes e sem sobre isso terem controle, põem eles próprios em movimento o motor categorial da autocontradição e do programa de colapso, até serem atingidos pelos respectivos resultados. O "sujeito automático" não é outra coisa senão o auto-movimento das categorias reais capitalistas, que foram criadas pelos seres humanos inconscientemente e que se movimentam de modo autonomizado precisamente porque os indivíduos realizam a sua vida nessas categorias, já não querem imaginar outra coisa para si e buscam a todo o custo a sua felicidade em corresponderem às exigências produzidas por esta matrix.

    A tendência de colapso está portanto objectivamente determinada pelo facto de os seres humanos organizarem subjectivamente o seu agir de acordo com a matrix capitalista instituída, ou seja, executarem e executarem cada vez mais o sistema do trabalho abstracto e da sua forma valor, até por assim dizer se enforcarem a si mesmos nele. Ou seja, quanto mais os sujeitos agem, lutam e se movem, sem pôr em questão a matrix deste agir, lutar etc., o sistema do trabalho abstracto, ou sem sequer se aperceberem dele como problema, tanto mais põem eles mesmos em andamento o mecanismo do relógio do "colapso automático". Eles não o querem, não o sabem, mas fazem-no, simplesmente porque não imobilizam a máquina social do "sujeito automático" produzida na longa cadeia histórica de acções e cada vez mais dessenvolvida na sua dinâmica de contradição. Quanto mais subjectivo, mais objectivo - este enigma da moderna estrutura-sujeito-objecto deixa-se resolver com base nas conceptualidades da constituição de fetiche e do campo histórico ou da sua matrix.

    A consequência do conhecimento da tendência de colapso automático é por isso exactamente o contrário de fatalismo, nomeadamente uma qualidade completamente nova da própria crítica radical. A falsa subjectivação das categorias, o insistir na pretensamente livre competência de acção do sujeito, geralmente contingente nas categorias, leva assim mais seguramente ao automatismo objectivo do colapso, porque a própria matrix do agir é ignorada e fica por criticar. Inversamente, o conhecimento do carácter deste automatismo do colapso leva à crítica das categorias em si e da matrix que lhes subjaz, portanto a uma radicalidade que vai mais fundo, que é necessária para extravasar o campo histórico.

    Porém, à matrix pertencem não só a forma e a substância do trabalho abstracto, mas também o portador da acção desta conexão sistémica cega, que põe em movimento o "sujeito automático" através do seu próprio padrão de acção pré-estruturado - o sujeito. Este sujeito tão pouco pode ser determinado como transhistórico-ontológico quanto o próprio trabalho abstracto. O sujeito representa muito mais o moderno portador da acção do trabalho abstracto e das suas funções derivadas - ele não é senão a forma social do agir nos próprios indivíduos: forma da percepção, forma do pensamento, forma do relacionamento, forma da actividade (cf. sobre isto detalhadamente Kurz 2004). Portanto não há que perguntar como se perfila a nova qualidade da crítica através do sujeito, mas esta nova qualidade implica a crítica do próprio sujeito: a crítica da "forma sujeito", que não é outra coisa senão a moderna forma capitalista do agir. Isto talvez seja difícil de conceber porque estamos habituados a pensar as acções e as decisões em geral apenas na categoria do sujeito. Mas é precisamente nisso que consiste a fixação na matrix capitalista. Crítica do sujeito não significa baixar os braços e entregar-se ao fatalismo, mas antes pelo contrário, uma nova qualidade da própria luta, que conscientemente se coloca o objectivo da ruptura com a matrix capitalista.

    Decisivo para uma crítica radical da "forma sujeito" é também o conhecimento da estrutura deste sujeito. Ele não é de facto o "ser humano" enquanto tal, mas o sujeito masculino branco ocidental (abreviado MBO) da modernidade. Aqui há que voltar mais uma vez à conceptualidade quebrada da abstracção real do trabalho, assumida na primeira parte deste estudo em ligação com a teoria da dissociação de Roswitha Scholz. A abstracção real vem sempre, não só acidental ou empiricamente, mas de acordo com a sua determinação essencial lógica, junta com a dissociação sexualmente determinada de momentos da reprodução social materiais, socio-psíquicos e cultural-simbólicos, que não cabem no trabalho abstracto/forma do valor. Esta dissociação não deve ser entendida (e assim mal entendida) como "esfera" separada (por exemplo, simplesmente a "privacidade") ou como domínio subordinado, mas como momento essencial abrangente, transversal a todas as esferas, porque está sediado no plano da lógica básica ou da própria matrix. A totalidade capitalista não é portanto uma totalidade monistica, que em si bate certo, como aparece por exemplo ainda em Moishe Postone, mas, enquanto a ser pensada já sempre com a estrutura de dissociação, uma totalidade quebrada, que em si não bate certo (o que implica uma crítica fundamental do conceito de totalidade de Hegel).

    Por isso a dissociação, como momento da estrutura essencial do trabalho abstracto, há-de voltar a encontrar-se nos sujeitos desta forma e substância. As mulheres na modernidade são sempre "duplamente socializadas" (Regina Becker-Schmidt), elas estão em certa medida apenas a meias na forma de sujeito, porque também têm sempre de representar e tratar simultaneamente o dissociado, e seja qual for a maneira por sua vez quebrada e diferenciada. A dissociação estende-se, como momento essencial, não só através de todas as esferas da reprodução constituída pela matrix capitalista, mas também através de todas as épocas da sua história interna, com marcas diferentes em cada uma, até à pós-modernidade (vd. detalhadamente Scholz 2000). O mesmo se aplica à humanidade não branca, não ocidental, que debaixo das elites da modernização nunca chegou inteiramente à forma de sujeito moderna, e por isso é sempre a primeira a ameaçar fracassar na matrix capitalista, que lhe é apresentada como perfil de exigência, sem que ela possa atingir as condições para isso necessárias.

    A nova qualidade da crítica radical que acompanha a resolução do moderno dilema-sujeito-objecto (não apenas) na teoria da crise e do colapso, exige por isso não só uma crítica da ontologia do trabalho, mas também uma crítica do sujeito, como portador da acção desta ontologia; e não só uma crítica do sujeito, mas também uma crítica da estrutura de dissociação a ele ligada por lógica essencial. Uma "crítica do trabalho" reducionista, que leva a crítica do sujeito só até meio (isto é, até um conceito de sujeito sexualmente neutro) e que ignora a lógica de dissociação, ou a degrada como algo meramente histórico-empírico, permanece sob a égide do MBO e está condenada ao fracasso. Apenas uma crítica radical integrada em igual medida do trabalho abstracto, da forma do sujeito e da dissociação sexualmente determinada pode ganhar a força de impacto para uma suplantação da ontologia do trabalho, e com isso da matrix do campo capitalista. Outra vez, para registo: o conteúdo da crítica não pode ser apenas a eterna invocação do sujeito nas categorias ou junto com as categorias, mas sim a crítica e por fim a destruição prática da matrix categorial e com isso do sujeito, do próprio MBO.

    Para a esquerda, mesmo precisamente para a esquerda radical, este entendimento é tão difícil e quase insuportável, porque ela, como herdeira da falsa subjectivação das categorias adoptada no marxismo do movimento operário, por assim dizer congelou de modo particular o conceito de classe. Porém, a "classe operária" não é outra coisa senão - um sujeito, um sujeito do trabalho abstracto e com isso um MBO, o que a história da relação entre os sexos e da sua reflexão de muito curto alcance ou totalmente ignorada no contexto da história da luta de classes demonstrou à saciedade. O conceito de luta de classes é de um universalismo androcêntrico, porque continua preso à ontologia do trabalho e porque declara como alavanca ontológica da emancipação o que não passa de forma e substância da matrix capitalista. Assim, a classe operária permaneceu em última instância como máscara de carácter do capital variável, e a luta de classes, de acordo com o seu conceito, um movimento de modernização no espaço interior do campo capitalista. Hoje desmorona-se empiricamente a marca luta de classes, porque no novo entroncamento da história de crises capitalistas a própria substância do trabalho se tornou obsoleta e as categorias sociais empíricas, que estão entregues à administração da crise, já não se deixam subsumir sob o "trabalho criador de valor" como categoria abrangente. Mas a esta empiria já não corresponde nenhum novo conceito de crítica. Falta o conceito de crítica precisamente porque falta o conceito de crise, porque não foi suplantada a subjectivação das categorias.

    Mesmo assim, ainda cintila ocasionalmente o problema central, até junto dos últimos políticos da luta de classes, há muito condenados a uma existência meramente virtual. É o que diz, por exemplo, um texto da revista tardo-operaista "Wildcat", completamente ao arrepio das habituais subjectivações categoriais, sobre o conceito de fetiche de Marx: "Ele fala ironicamente das "leis naturais" da produção no contexto do capitalismo, o que tanto os marxistas estruturalistas como os críticos do determinismo tomam à letra, sem verem a crítica aí contida" (Circular Wildcat 2000). Com isto se começa a abordar o problema da matrix (abrangente da estrutura social e das classes), ou da falsa objectivação, como objecto da crítica. Vai ainda na direcção certa quando diz mais adiante: "A acusação de determinismo, como acusação passe-partout contra qualquer análise materialista, deita fora o bébé com a água do banho, e contrapõe especularmente ao determinismo estruturalista não histórico um conceito da ‘liberdade’ ou da indeterminação (‘contingência’) histórica igualmente não histórico e filosófico" (ibidem).

    Torna-se porém claro que a crítica categorial ainda está no princípio, porque é incompleta: "As teorias de colapso e deterministas são porém em todo o caso de criticar, se recusam aos seres humanos a possibilidade de no decurso da história poderem tornar-se sujeitos autodeterminados da sua própria história." (ibidem). Aqui surge a forma de sujeito, precisamente ela que impossibilita a autodeterminação, porque é a forma categorial de pensamento e acção da matrix feticista, ainda no estado de pretensa inocência emancipatória; porventura porque o sujeito das classes deve ser salvo incondicionalmente, apesar de ser "em si" parte integrante da objectivação negativa, designadamente sendo ele próprio totalmente constituído sem qualquer resseguro ontológico pela matrix do campo capitalista, e de ser a forma de existência do MBO.

    Pelo contrário Freerk Huisken, um ideólogo da revista marxista "Gegenstandpunkt", mostra-se todo imune a dúvidas sobre a ontologia do trabalho e a objectivação fetichista, quando assinala a ideia da ruptura categorial com o trabalho e com a produção de mercadorias da literatura de crítica do valor com um ponto de exclamação entre parêntesis, como se tivesse descoberto uma loucura particularmente evidente. Ele procura ironizar à força "sobre essa coisa da ‘ruptura categorial’..." (Huisken 1999), para acabar por classificá-la como irracionalidade esotérica e "revisionismo": "O leitor... não precisa de nenhuma razão para o seu anti-capitalismo filosófico, mas só da fé na notícia do desencadeamento do tempo final, da visão de um mundo melhor e da ‘ruptura categorial’ com a crítica do capitalismo de Marx, ou seja, da completa rejeição da luta de classes" (Huisken, ibidem, itálico de Huisken). É uma mera colecção de palavras de toque postas em itálico, que aqui são reunidas em acto reflexo em torno dos conceitos das categorias, e que já parece ficar reduzida a meros sons sem sentido. Ora a crítica categorial é de facto uma ruptura com o entendimento que ele, Huisken, tem da "crítica do capitalismo de Marx". Só que ele, tal como todo o círculo da "Gegenstandpunkt", não fazem a mínima ideia de que com este entendimento não passam de um resíduo duma história da teoria fora de prazo.

    Provavelmente ainda há-de correr alguma água por baixo das pontes até que se extinga a cena marxista residual, com a sua fé em "fazer política", no "sujeito" e na "luta de classes". Esta cena verá sempre nos conceitos de crise categorial (limite interno absoluto) e crítica categorial apenas uma espécie de quietismo e capitulação, precisamente porque só consegue pensar a crítica e a emancipação nas categorias da matrix capitalista. Para recorrer mais uma vez a uma analogia da área da física mais recente: acontece com eles talvez um pouco como naquela parábola predilecta dos cosmólogos e físicos quânticos, que pretende ilustrar para o nosso entendimento quotidiano o problema do entendimento do mundo "impossível" dos quanta, das cordas etc.: "Um camponês pede a um engenheiro para lhe explicar como funciona a máquina a vapor. O engenheiro dá-lhe uma explicação detalhada, desenha diagramas, explica os princípios fundamentais, mostra-lhe onde se carrega o combustível e onde sai o vapor, como o calor se transforma em movimento etc. Quando o engenheiro acaba, diz o camponês: ‘Compreendo. Mas onde é que está o cavalo?’..." (Cole 2004, 202). Isto, diz um físico, reflecte os sentimentos "que tem perante a teoria da relatividade geral de Einstein. ‘Compreendo, mas não sei onde é que está o cavalo’..." (ibidem, 202 sg.). Um marxista residual como Huisken, se quisesse debruçar-se a sério sobre os conceitos de constituição- sujeito-objecto da sociedade, campo histórico, matrix capitalista, objectivação das categorias etc. havia de compreender tudo de alguma maneira. Mas no fim havia de voltar sempre a perguntar apenas onde é que está o cavalo.

    O conceito de quantidade de trabalho abstracto e a acusação de "naturalismo"

    ... ... ...

    BIBLIOGRAFIA

    Bauer, Otto; 1912: Die Akkumulation des Kapitals [A acumulação do capital], in: Die Neue Zeit

    Bernstein, Eduard; 1897/98: Die Zusammenbruchstheorie und die Kolonialpolitik [A teoria do colapso e a política colonial]; s. Friedemann 1978

    Braunthai, Alfred; Oktober 1929: 1)er Zusammenbruch der Zusammenbruchstheorie [Colapso e teoria do colapso]; in: Die Gesellschaft. Internationale Revue für Sozialismus und Politik; Berlin

    Bucharin, Nikolai; 1970, zuerst 1925: Der Imperialismus und die Akkumulation des Kapitals [O imperialismo e a acumulação do capital], in: Unter dem Banner des Marxismus, 1. Jahrgang; Reprint; Erlangen

    Cole, K.C.; 2004: Eine kurze Geschichte des Universums [Uma história breve do universo]; Berlin

    Deutschmann, Christoph; 1974: Die Weltwirtschaftskrise als Problem der marxistischen Krisentheorie [A crise da economia mundial como problema da teoria da crise marxista]; in: Krisen und Krisentheorien; Frankfurt/Main

    Eckstein, Gustav; 1970, zuerst 1913: Rosa Luxemburg/Die Akkumulation des Kapitals, eine Besprechung [A acumulação do capital, uma resenha]; in: Luxemburg 1970

    Friedemann, Peter (Hrsg.); 1978: Materialien zum politischen Richtungsstreit in der deutschen Sozialdemokratie 1890-1917 [Materiais sobre a luta pela direcção política na social-democracia alemã 1890-1917], Bd. 1, Frankfurt/Main, Berlin, Wien

    Grossmann, Henryk; 1967, zuerst 1929: Das Akkumulation s- und Zusammenbruchsgesetz des kapitalistischen Systems [A lei da acumulação e colapso do sistema capitalista]; Reprint; Frankfurt/Main

    Grossmann, Henryk; 1971, zuerst Chicago 1943: Die evolutionistische Revolte gegen die klassische Ökonomie [A revolta evolucionista contra a economia clássica]; in: Aufsatze zur Krisentheorie [Ensaios sobre a teoria da crise]; Reprint; Frankfurt/Main

    Heinrich, Michael; 2004: Kritik der politischen Ökonomie, Eine Einführung [Crítica da economia política, uma introdução]; Stuttgart

    Heinrich, Michael; 2003: Die Wissenschaft vom Wert. Die Marxsche Kritik der politischen Ökonomie zwischen wissenschaftlicher Revolution und klassischer Tradition [A ciência do valor. A crítica da economia política de Marx entre a revolução científica e a tradição clássica]; 3. überarbeitete und erweiterte Auflage; Münster

    Huisken, Freerk; 1999: ,,Wir sitzen alle in einem Boot — in dem der kollabierenden Arbeitsgesellschaft". Zum ,,Manifest gegen die Arbeit" [Estamos todos no mesmo barco – no da sociedade do trabalho em colapso]; zit. nach: http://www.fhuisken.de/krisis.htm

    Kautsky, Karl; 1979, zuerst 1899: Bernstein und das Sozialdemokratische Programm [Bernstein e o programa social-democrata]; Berlin, Bonn

    Kolakowski, Leszek; 1989, zuerst 1978: Die Hauptströmungen des Marxismus [As correntes principais do marxismo]; München

    Korsch, Karl; 1973, zuerst 1934: Über einige grundsätzliche Voraussetzungen für eine materialistische Diskussion der Krisentheorie [Sobre alguns dos principais pressupostos para uma discussão materialista da teoria da crise]; s. Marramao 1977

    Kurz, Robert; 2003: Die antideutsche Ideologie [A ideologia anti-alemã]; Münster

    Kurz, Robert; 2004: Blutige Vernunft [Razão sangrenta]; Bad Honnef

    Luxemburg, Rosa; 1970, zuerst 1912, nach der Auflage von 1923: Die Akkumulation des Kapitals [A acumulação do capital]; Reprint; Frankfurt/Main

    Luxemburg, Rosa; 1970, zuerst 1914: Die Akkumulation des Kapitals oder Was die Epigonen aus der Marxschen Kritik gemacht haben. Eine Antikritik [A acumulação do capital ou o que os epígonos fizeram da crítica de Marx. Uma anticrítica]. in: Luxemburg 1970

    Marramao, Giacomo; 1977: Krisentheorie und ‚Konstitutionsproblematik’ [Teoria da crise e ‘problemática da constituição’]; in: Gesellschaft, Beiträge zur Marxschen Theorie 10; Frankfurt/Main

    Marx, Karl; 1965, nach der vierten Auflage 1890: Das Kapital [O capital], Bd. 1 (MEW 23), Berlin

    Mattick, Paul; 1974 a: Krisen und Krisentheorien [Crises e teorias da crise]; Frankfurt/Main

    Mattick, Paul; 1974 b, zuerst 1969: Marx und Keynes. Die Grenzen des ,gemischten Wirtschaftssystems’ [Marx e Keynes. Os limites do ‘sistema de economia mista’]; Frankfurt/Main

    Moszkowska, Natalie; 1935: Zur Kritik moderner Krisentheorien [Para a crítica das modernas teorias da crise]; Prag

    Neusüss, Christel; 1972: Imperialismus und Weltmarktbewegung des Kapitals [O imperialismo e o movimento do capital no mercado mundial]; Erlangen

    Pannekoek, Anton; 1934: Die Zusammenbruchstheorie des Kapitalismus [A teoria do colapso do capitalismo]; zit. nach: Marxists’ Internet Archive

    Postone, Moishe; 2003: Zeit, Arbeit und gesellschaftliche Herrschaft. Eine neue Interpretation der kritischen Theorie von Marx [Tempo, trabalho e dominação social. Uma nova interpretação da teoria crítica de Marx]; Freiburg

    Rosdolsky, Roman; 1973, zuerst 1968: Zur Entstehungsgeschichte des Marxschen ,Kapital’ [Para a história da elaboração de ‘O capital’ de Marx]; Frankfurt/Main

    Rubin, Isaak Iljitsch; 1973, zuerst 1924: Studien zur Marxschen Werttheorie [Estudos sobre a teoria do valor de Marx]; Frankfurt/Main

    Scholz, Roswitha; 2000: Das Geschlecht des Kapitalismus [O sexo do capitalismo]; Bad Honnef

    Sternherg, Fritz; 1930: Eine Umwälzung der Wissenschaft? [Uma revolução da ciência?]; Berlin

    Trenkle, Norbert; 1998: Was ist der Wert, was soll die Krise; Referat an der Uni Wien im Juni 1998 [O que é o valor? A que se deve a crise? Comunicação na Universidade de Viena em Junho de 1998]; zit. nach: http://www.giga.or.at/others/krisis/n-trenk1e_was-ist-der-wert-html

    Trottmann, Martin; 1956: Zur Interpretation und Kritik der Zusammenbruchstheorie von Henryk Grossmann [Para a interpretação e crítica da teoria do colapso de Henryk Grossmann]; Zürich

    Varga, Eugen; 1970, zuerst 1930: Akkumulation und Zusammenbruch des Kapitalismus [Acumulação e colapso do capitalismo]; in: Unter dem Banner des Marxismus [Sob a bandeira do marxismo], 4. Jhg., Wien 1930; Reprint, Erlangen

    Walther, Rudolf; 1981: „... aber nach der Sündflut kommen wir und nur wir". ,,Zusammenbruchstheorie", Marxismus und politisches Defizit in der SPD, 1890-1914 ["… mas depois do dilúvio vimos nós e só nós". "Teorias do colapso", marxismo e deficit político no SPD, 1890-1914]; Frankfurt/Main, Berlin, Wien

    Wildcat-Zirkular Nr. 56/57; Mai 2000: Vom schwierigen Versuch, die kapitalistische Krise theoretisch zu bemeistern [Sobre a difícil tentativa de dominar teoricamente a crise capitalista]; zit. nach: http://www.wildcat-www.de/zirkular/56/z56kris2.htm

    Original DIE SUBSTANZ DES KAPITALS. Abstrakte Arbeit als gesellschaftliche Realmetaphysik und die absolute Schranke der Verwertung in revista EXIT! Krise und Kritik der Warengesellschaft, 2/2005 [EXIT! Crise e Crítica da Sociedade da Mercadoria, 2/2005]

    ISBN: 3-89502-196-2, editora Horlemann Verlag, Postfach 1307, 53583 Bad Honnef, Tel 0 22 24 - 55 89, Fax 0 22 24 - 54 29, http://www.horlemann-verlag.de/

    Tradução de Lumir Nahodil e Boaventura Antunes, 03/2006

    NOTA DE "OBECO":

    No Editorial da EXIT! nº 3 de Janeiro/2006 há a seguinte referência ao presente texto:

    "Muitas leitoras e leitores sentirão talvez a falta da continuação nesta edição da série de artigos de Robert Kurz "A substância do capital". O projecto não está porém interrompido, mas vai sair em 2006 completo, em livro com cinco partes, na editora Horlemann. Aliás, a série pela sua dimensão ameaçava rebentar com o espaço da revista, prefigurando antes uma monografia. As primeiras duas partes foram assumidas pela nova revista teórica EXIT! sob a pressão da imponderabilidade após a ruptura no interior da velha "Krisis", porque não estava claro se haveria à partida cobertura pessoal para poder manter uma publicação regular. Porém, com uma rapidez surpreendente se viu que a própria cisão libertou uma riqueza na produção de textos e trouxe novas autoras e autores. A EXIT! sai mais frequentemente, é sensivelmente mais volumosa e tematicamente mais extensa que a velha "Krisis" (para já não falar da Krisis residual da etiqueta falsificada). Assim, a série de artigos pôde agora ser separada sem dificuldade como projecto de livro, com o título de trabalho "TRABALHO MORTO. A substância do capital e a teoria da crise de Karl Marx". As duas primeiras partes serão reelaboradas (será particularmente reforçada a polémica com teoria do valor de Michael Heinrichs), rearrumadas e expurgadas de gralhas. Segue-se-lhes como terceira parte a teoria da crise em sentido estrito, constituindo a quarta a análise do trabalho produtivo e improdutivo e a última a polémica com a teoria subjectiva do valor no contexto do sistema de crédito, capital fictício e virtualização pós-moderna."

    http://obeco.planetaclix.pt/

    http://www.exit-online.org/

    ResponderEliminar
  7. Hacia la construcción de un proyecto de sociedad alternativo

    Jordi Corominas



    Estamos ante un aparente liberalismo,

    que se presta a hacer concesiones y ofrece

    en sacrificio a las personas para mantener en pie la cosa.

    K. Marx.





    Resumen



    En este artículo, el autor considera que uno de los problemas principales que tiene la izquierda latinoamericana y la izquierda mundial insatisfecha con el modelo capitalista, es la ausencia de un proyecto de sociedad alternativo económico, político y cultural que tenga una fundamentación suficiente y un cierto rigor y sostén empírico. Pero, ¿existe alguna alternativa deseable al capitalismo? David Schweickart considera que la Democracia Económica sería más eficiente que el capitalismo, se vería menos afectada por el desempleo y el consumismo ciego, sería más racional en su crecimiento, más respetuosa del medio ambiente, más igualitaria e inmensamente más democrática.



    Introducción

    En 1989, con la demolición del muro de Berlín y el colapso del imperio soviético, muchos creyeron que había llegado el fin de las luchas emancipadoras y de toda alternativa al sistema capitalista. Una frase ingeniosa de la época decía que el comunismo no había sido más que el camino más largo para ir del capitalismo al capitalismo. Hoy, ante la fulminante brasileñización de la unión soviética, el nuevo dicho es: "todo lo que nos decían los comunistas sobre el comunismo era mentira, pero todo lo que decían sobre el capitalismo era absolutamente verdad". Si nos tomamos la expresión en serio, creo que pone el dedo en la llaga de la izquierda latinoamericana y de la izquierda revolucionaria mundial en general. Muchas fuerzas antisistémicas continúan bien pertrechadas con certeras críticas al capitalismo, pero mientras hasta hace unos 10 años ofrecían modelos alternativos concretos capaces de movilizar a sectores amplios de la población --y que por circunstancias diversas fracasaron o resultaron ser inviables--, hoy no ofrecen ninguna alternativa al mismo. Ya se sabe, "gato escaldado huye del agua tibia" y más vale no engañarse que vender ilusiones vanas.



    Creo que uno de los problemas principales que tiene la izquierda latinoamericana y la izquierda mundial insatisfecha con el modelo capitalista es la ausencia de un proyecto de sociedad alternativo económico, político y cultural, que no sea mentira, que tenga una fundamentación suficiente y un cierto rigor y sostén empírico. Cuando después de certeras críticas al sistema capitalista, que suelen apabullar a aquéllos que pretenden defenderlo racionalmente, éstos preguntan: "Muy bien ¿y cuál es tu alternativa?", se produce una especie de parálisis que parece inclinar el debate, sin necesidad de argumentar, a favor de los defensores del sistema. La elaboración de un escenario alternativo, todo lo discutible que se quiera, podría empezar a curarnos de la parálisis, contribuir a orientar la acción y evitar la dispersión y un absoluto andar a ciegas. De elaborarse este proyecto con solidez, creo que podría aglutinar a una gran cantidad de fuerzas antisistémicas. Del proyecto alternativo que rigió buena parte de las actuaciones de la izquierda en este siglo hasta 1989, el fin de la guerra fría, hemos pasado a una sensación de naufragio y de incapacidad para construir una alternativa. Las fuerzas antisistémicas más vivas alimentan la esperanza con luchas y reivindicaciones puntuales y a corto plazo, pero a mediano y largo plazo todo es oscuridad. Probablemente tiene razón Adam Schaff cuando asegura que una alternativa social sólo podrá surgir cuando quienes la creen hayan roto con todas las nostalgias, tanto las comunistas como las socialdemócratas, sin renunciar al acervo de los dos movimientos.

    1. La inviabilidad de la alternativa tradicional

    Durante la guerra fría, la izquierda revolucionaria latinoamericana tenía un proyecto alternativo bastante bien trabado que tenía la ventaja de contar con referentes históricos próximos como los de la revolución rusa y sus desarrollos posteriores en distintos lugares del mundo. Se trataba, para empezar, de construir un partido o frente único que debía intentar integrar en su ser a todos los sectores con potencialidad transformadora que defendían los intereses no capitalistas. Al frente civil se le agregaba un brazo armado o guerrilla con una estrategia y una táctica de lucha armada para la toma del poder que debía desembocar en una insurrección popular. Una vez conquistado el poder del Estado, el establecimiento del socialismo traía consigo el paso de los medios de producción de la propiedad privada a la propiedad pública. Sólo por razones tácticas se postergaban ciertos pasos, atendiendo a la correlación de fuerzas y a la necesidad de preservar ciertos enclaves de propiedad capitalista cuya capacidad empresarial de generación de bienes y servicios no era comparable a la del Estado. Como había contradicciones insalvables entre los propietarios de los bienes de producción y los trabajadores que no poseían más que su trabajo, la única forma de sostener el nuevo sistema era invirtiendo ese esquema y ejerciendo la autoridad del Estado en contra de los antiguos dominadores.



    Este no fue un mal modelo para países que tenían grados sustanciales de atraso y desigualdad o que salían de la dominación colonial. El socialismo tenía mucha capacidad para resolver los problemas elementales y simples de sociedades que empezaban la construcción del Estado nacional. Era muy atractivo también para los más pobres, pues difícilmente podían estar peor en el interior del socialismo de Estado que en el desahucio capitalista, y tenía, además, un alto grado de factibilidad, ya que, de algún modo, los países donde los frentes de liberación conquistaban el poder podían pasarse al orbe de la Unión Soviética. Pero la principal dificultad de este modelo, más que su enemigo exterior y el juicio ético que pueda merecernos, es que no demostró tener ninguna capacidad para resolver los problemas una vez conseguida una sociedad más culta, más diversificada, con mayores demandas de consumo, mayor capacidad productiva, desarrollo tecnológico y "reflexividad" de sus miembros. No se trata sólo del "imprevisible elemento subjetivo", o de que los mandos intermedios o no tan intermedios sucumban a la ideología capitalista y a la lógica del interés egoísta, sino de una imposibilidad estructural. El control directivo de la economía puede tener éxito, como creo que muestran fehacientemente los análisis de A. Giddens, cuando las personas tienen preferencias relativamente estables y cuando su nivel de implicación reflexiva en procesos sociales y económicos más amplios es relativamente bajo. Una economía moderna puede tolerar una gran planificación central, y prosperar con ella, siempre que se trate de una economía nacional, que las influencias universalizadoras no penetren en la vida social en toda su extensión, y que el grado de capacidad institucional de reflexión no sea demasiado elevado. Cuando estas circunstancias varían, las economías de tipo soviético se estancan. Creo que vale la pena destacar la explicación de Giddens sobre el fracaso del socialismo soviético en función de la mundialización, aunque no sea ni mucho menos el único factor. El modelo jerárquico socialista y su subordinación a una inteligencia rectora (estado, vanguardia o partido) parece razonablemente eficaz para una sociedad con escasa capacidad de reflexión y hábitos de vida bastante fijos, pero totalmente periclitado en el caso de un sistema complejo mundial, donde las tradiciones pierden fuerza y aumenta el grado de decisión de los individuos sobre el estilo de vida.

    Las decisiones económicas en un sistema complejo y mundial ya no pueden ser subordinadas efectivamente a una planificación centralizada. Dicho sistema necesita una gran cantidad de decisiones de bajo nivel para mantener su dinamismo. Los constantes y detallados indicadores que esos sistemas presuponen han de ejercerse "sobre el terreno" por unidades de bajo nivel de información, en lugar de ser dirigidos desde arriba. Los mercados proporcionan los indicadores implicados en los complejos sistemas de intercambio, y no se ve que pueda haber un mecanismo mundial que lo sustituya. Un mundo con mayor reflexividad no significa que las personas sean más inteligentes de lo que solían ser en un orden tradicional, sino que los individuos se ven forzados a tomar más decisiones autónomas. La información elaborada por especialistas (incluido el conocimiento científico) ya no puede limitarse a grupos específicos, sino que las personas profanas la interpretan normalmente y se basan en ella para sus actividades cotidianas. Las tradiciones pierden fuerza para forzar una determinada manera de vivir la sexualidad, de convivir con alguien o de comer. Los sistemas de comunicación e información actuales suministran tal cantidad de datos que es imposible que sean controlados por una inteligencia rectora y por frontera alguna. En definitiva, la necesidad de una mayor reflexividad social destruye los viejos sistemas burocráticos, por más eficientes en la producción e incorruptos que éstos sean, y en el terreno de la política provoca que los Estados ya no puedan tratar tan claramente a sus ciudadanos como súbditos.



    El fracaso relativo de este proyecto no quita que se tuviera un diseño general alternativo así como una estrategia para llevarlo a cabo. Se sabía hacia dónde se quería transformar el Estado y la economía y se vislumbraba en qué podría consistir una sociedad socialista, y esto se complementaba con estrategias de lucha. Había ciertamente visiones diferentes, grupos cristianos, anarquistas, trotskistas y socialdemócratas que simpatizaban con la "revolución" y discrepaban de un modelo alternativo cubano, soviético o chino, pero en "el realismo político" del momento, sus proyectos no contaban más que como aliados puntuales. Además, muchas experiencias novedosas, como en un principio la revolución cubana y la revolución sandinista, eran empujadas por la política de bloques y la presión de Estados Unidos. Así, muchos proyectos creativos y arriesgados una vez que llegaban al poder eran arrastrados hacia las visiones del proyecto socialista tradicional. Al final, la opción era entre dos políticas, entre el capitalismo y el socialismo de Estado. La inviabilidad actual de este proyecto y la ausencia de otros que puedan llegar a gozar de la misma fuerza de persuasión y de viabilidad explica, en buena parte, la sensación de desamparo y de pérdida total de identidad que acompaña hoy día muy marcadamente a la izquierda revolucionaria. Como se leía en un grafitti de Buenos Aires que se ha hecho famoso: "Nos cambiaron todas las preguntas, cuando sabíamos todas las respuestas".

    --------------------------------------------------------------

    El capitalismo mundial se sirve de los Estados para obtener mayores beneficios: se pueden exportar puestos de trabajo donde haya costes laborales más bajos y mejores condiciones fiscales, sin necesidad, siquiera, de salir del país o de invertir en el extranjero.

    ---------------------------------------------------------------

    2. Bajo el imperio mundial del capital

    Durante la guerra fría, todos los países podían ser importantes por su valor estratégico. Un país de 22 mil km cuadrados como El Salvador podía ser decisivo en la coyuntura mundial. Hasta una isla tan chiquita como Granada era importante. El paso de un bloque a otro cambiaba el balance del poder mundial. En consecuencia, el país más pequeño podía ser, en un momento dado, un país con un enorme poder internacional. Podía negociar con Estados Unidos o la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, conseguir recursos, tener un espacio y visibilidad internacional. Cuando existía la Unión Soviética, el impulso de políticas más o menos keynesianas en los países pobres era una de las fórmulas económicas para combatir el peligro del comunismo, pero una vez desaparecido el bloque socialista, la miseria deja de ser una preocupación y un peligro para los intereses del capital. Con el fin de la amenaza "comunista" desaparece también cualquier umbral de tolerancia a la miseria y a la degradación humana. Actualmente, en la geopolítica vigente, los países valen por el tamaño de los mercados, por la capacidad de innovación tecnológica, por los recursos que pueden colocar. Una vez que el capitalismo se impuso mundialmente, muchos países empezaron a ser vistos abiertamente por los más desarrollados como países no importantes, prescindibles.



    Algunos teóricos consideran la "globalización" o "mundialización" como una construcción ideológica utilizada por la clase dirigente, para intimidar a los trabajadores y presionar a los gobiernos (que están obligados a ella de todos modos) para conseguir lo que quieren. Pero la globalización no es ante todo una construcción ideológica sino un hecho. Vivimos en una sociedad mundial, porque las actuaciones de todos los seres humanos se estructuran hoy mundialmente independientemente de la conciencia que se tenga de ello. Otra cosa es la génesis, la explicación y las consecuencias que se puedan derivar para la sociología, la economía etc. de este hecho. Su ideologización no afecta a la derecha sino también a la izquierda, cuando coloca a los países en una línea temporal imaginaria que los confina en distintas fases evolutivas invisibilizando el vínculo real y actual de los países pobres con el centro rico. La conformación de una única sociedad mundial no significa homogeneización, como se suele imaginar cuando se piensa ésta en términos de cultura o de sentido, sino que precisamente implica una agudo incremento de la estratificación y diferenciación social. La globalización y la agudización de la diferenciación social son dos caras de la misma moneda. En el capitalismo mundial, ser un país o un ser humano explotado es un privilegio. Entre ricos y pobres media un abismo cada vez más profundo, y como ahora los más pobres (marginados, excluidos) son prescindibles ("descartables" se dice en Colombia), a diferencia del proletariado del siglo XIX y de buena parte de este siglo, han perdido todo su poder reivindicativo. Sólo les queda la violencia desnuda para mostrar lo escandaloso de su situación. La misma pobreza económica se va estratificando cada vez más. Un "pobre" en Holanda puede recibir subvenciones estatales de 800 dólares mensuales, un salario que ganan algunas minorías en los países pobres. En Europa, el que pertenezca a los sin techo puede, según las escalas que rigen para su familia en India o en el Caribe, seguir viviendo bastante bien. Un salario escaso de un maestro salvadoreño (150 dólares al mes) es considerable al lado de los 50 dólares que gana un maestro nicaragüense. Y así podríamos seguir bajando en el lúgubre agujero sin fondo (mayor que el de la capa de ozono) que excava el sistema mundial.



    El capitalismo mundial se sirve de los Estados para obtener mayores beneficios: se pueden exportar puestos de trabajo donde haya costes laborales más bajos y mejores condiciones fiscales, sin necesidad, siquiera, de salir del país o de invertir en el extranjero. En el aeropuerto berlinés, por ejemplo, la megafonía es operada desde California donde los costes salariales son mucho más baratos. Se pueden utilizar los Estados en contra de ellos mismos para conseguir pactos globales y castigarlos cuando se muestran poco amigos de las inversiones. Se puede invertir el dinero en un lugar, producir en otro, residir en otro y hacer la declaración fiscal en otro, pues no existe legislación al respecto ni siquiera debate público. La soberanía fiscal ligada en el interior de un territorio estatal es cada vez más ficticia para los más ricos. Como más ricos más virtuales son los impuestos que pagan. Los beneficios de las quinientas empresas más grandes del mundo han aumentado un 15 por ciento, mientras que su volumen de negocio sólo lo ha hecho en un 11 por ciento. La recaudación por impuestos a las empresas --los impuestos que gravan los beneficios de éstas-- cayó entre 1989 y 1993 en un 18.6 por ciento, y el volumen total de lo recaudado por este concepto se redujo drásticamente a la mitad. Los países de la Unión Europea se han hecho más ricos en los últimos veinte años en un porcentaje que oscila entre el 50 y el 70 por ciento. La economía ha crecido mucho más de prisa que la población. Y, sin embargo, la Unión Europea cuenta ahora con veinte millones de desempleados, cincuenta millones de pobres y cinco millones de personas sin techo. ¿Dónde ha ido a parar este aumento de riqueza? En Alemania, los beneficios de las empresas han aumentado desde 1979 en un 90 por ciento, mientras que los salarios sólo lo han hecho en un 6 por ciento. Pero los ingresos fiscales procedentes de los salarios se han duplicado en los últimos diez años, mientras que los ingresos fiscales por actividades empresariales se han reducido a la mitad: sólo representan un 13 por ciento de los ingresos fiscales globales. En 1980 representaban aún el 25 por ciento; en 1960, hasta el 35 por ciento. De no haber bajado del 25 por ciento, el Estado habría recaudado en los últimos años ochenta mil millones de marcos suplementarios por año.



    En los demás países se advierte una evolución parecida. La mayoría de las firmas multinacionales, como Siemens o BMW, ya no pagan en sus respectivos países ningún impuesto. Mientras que las multinacionales pueden eludir al fisco del Estado nacional, las pequeñas y medianas empresas, que son las que generan la mayor parte de los puestos de trabajo, se ven atosigadas y asfixiadas por las infinitas trabas y gravámenes de la burocracia fiscal. Otra paradoja terrible de la mundialización es que son precisamente los más perjudicados por ella los que tienen que financiarlo todo, mientras los beneficiados eluden toda responsabilidad social. También saltan a la vista las contradicciones de la persecución de un aumento máximo de beneficios. Los accionistas de algunas multinacionales establecen sus negocios en India del sur, pero envían a sus hijos a universidades europeas de renombre subvencionadas con dinero público. Ni se les pasa por la cabeza irse a vivir allí donde crean los puestos de trabajo y pagan muy pocos impuestos. Pero para sí mismos reclaman, naturalmente, derechos fundamentales políticos, sociales y civiles, cuya financiación pública torpedean. Frecuentan el teatro; disfrutan de la naturaleza y el campo, que tanto dinero cuesta conservar; y se lo pasan bomba en las metrópolis europeas aún relativamente libres de violencia y criminalidad. No parecen darse cuenta que de seguir así, sus hijos no van a vivir tan bien como ellos.



    En cuanto a la posibilidad del desarrollo nacional dentro del marco de la economía mundial capitalista, sencillamente es imposible que todos los Estados lo hagan. El proceso de acumulación de capital requiere de un sistema jerárquico en el que la plusvalía se distribuya en forma desigual, tanto en el espacio como entre las clases. Además, el desarrollo de la producción capitalista en el tiempo histórico ha ocasionado también --y en realidad requiere-- una creciente polarización socioeconómica de la población mundial, acompañada por su polarización demográfica. Así, por un lado es cierto que algo de lo que se llama desarrollo nacional siempre es posible, pero es igualmente cierto que cualquier "desarrollo" de una parte del mundo es en realidad el reverso de una "declinación" o "subdesarrollo" de alguna otra parte del mundo. Es posible que un país se desarrolle, pero en el marco actual, no hay manera de que todos los países (o incluso muchos países) se desarrollen simultáneamente.



    La mundialización cambia la relación entre el capitalismo y la territorialidad y con ello la relación entre las clases y la nación-estado. El capital se mueve a sus anchas en un mercado y unas instituciones transnacionales no regulados por los habituales mecanismos estatales y no sujetas a ningún género de control democrático, mientras las jurisdicciones efectivas y los reclamos sindicales y políticos de la izquierda se circunscriben al territorio estatal. Los intereses del capital transnacional ya no se corresponden con interés nacional o nación-estado alguno. En realidad, el capital transnacional y su principal agente institucional, la corporación global, se aprovecha todo lo que puede de este sistema moderno de nación-estado para arrancarle más concesiones a las clases asalariadas mundiales. Difícilmente se podrá pillar a los que operan a escala mundial, mientras la izquierda siga considerando el Estado como la principal y única plataforma de lucha. La separación del mundo en naciones estado genera así una condición central para el poder del capital transnacional que se inmuniza de toda oposición, exponiéndose, como máximo, a la existencia de algún Estado díscolo fácil, por otra parte, de chantajear económicamente.



    Se podría pensar, sin embargo, que esta agresividad y empobrecimiento de amplios sectores de la población, junto con las paradojas que hemos ido enumerando aquí, no son inherentes al sistema capitalista, que obedece a un período de reacomodo, y que con reformas profundas y una democratización de las instituciones mundiales podríamos caminar, por ejemplo, en lugar de hacia la brasiñelización del mundo hacia diferencias sociales no escandalosas. Si esto fuera así, más que buscar una alternativa económica, política y social, lo que tendríamos que hacer es considerar la posibilidad de mejorar al máximo el sistema capitalista mundial introduciendo en él reformas profundas, ya que de alguna manera se estaría perdiendo el tiempo intentando pensar alternativas al sistema. Antes, pues, de pensar cualquier alternativa, tenemos que reflexionar sobre las posibilidades del sistema capitalista mismo para beneficiar a las grandes mayorías de la humanidad y ofrecer una vida digna para todos.

    3. ¿Existe algún tipo de capitalismo que pueda beneficiar a la humanidad entera?

    Hace ya tiempo Pedro Casaldáliga proclamaba que el capitalismo es intrínsecamente malo, mientras que el socialismo a veces puede ser peor o igual que el capitalismo, pero que no es intrínsecamente perverso. ¿Es cierta esta afirmación? Muchos intelectuales neomarxistas, radicales, comprometidos con luchas y causas populares, piensan honestamente que no. Sintonizan con las críticas al capitalismo, pero consideran que con reformas drásticas al mismo se podría llegar a una situación óptima de justicia, igualdad, participación y felicidad entre los seres humanos. Básicamente su propuesta descansa en una extensión a las instituciones mundiales existentes de las prácticas más anodinas de los estados democráticos ricos (cada persona un voto) y en la configuración de una especie de socialdemocracia mundial. Entre las propuestas más sugestivas de perfeccionamiento del capitalismo se encuentra la socialdemocracia mundial con políticas de bienestar positivo, y la reivindicación de un ingreso básico mundial incondicional.

    ----------------------------------------------------------------

    La mundialización cambia la relación entre el capitalismo y la territorialidad y, con ello, la relación entre las clases y la nación-estado.

    --------------------------------------------------------------

    Este ingreso básico consistiría en un salario mínimo pagado a todos los ciudadanos del mundo incluso si no quiere trabajar, sin tener en cuenta de si es rico o pobre, sin importar con quien vive y con independencia de la parte del mundo en la que viva. Debido a su naturaleza incondicional, toda persona humana tendría algo con lo que poder contar con toda seguridad, un cierto fundamento material en el que podría con firmeza descansar su vida, y al que se le podría legítimamente añadir cualesquiera otros ingresos, ya sean en efectivo o en especie, procedentes del trabajo o de los ahorros, del mercado o del Estado. Este ingreso básico tendría como mínimo que tender a acercarse a lo que se considere necesario para llevar una existencia decente. La principal intuición de Giddens y Von Parijs es que en un orden postescasez, ya no es necesario crear una autoridad que quite a los ricos para dar a los pobres. No se trata ya de favorecer un reparto riguroso de los bienes materiales que sigue siendo perfectamente compatible con el productivismo y que por tanto choca, igual que el capitalismo, contra los límites ecológicos, sino del abandono del productivismo y la compulsividad hacia el mismo. Si se consigue garantizar unos bienes mínimos para todo el mundo, estaríamos en condiciones de conquistar una indiferencia hacia el productivismo y la riqueza y desigualdad económica. Si tengo tiempo libre, buenas relaciones afectivas, amigos y mis necesidades cubiertas, ¿para qué voy a desear cambiar esto por más productividad y consumo, y qué me va a importar que otros tengan mucho más? Sin embargo, esto que parece de sentido común choca con la experiencia. En todas partes parece que muchas personas prefieren consumir y producir más, aun a costa de sacrificar su tiempo libre, sus relaciones afectivas y un relativo bienestar. Aquí es donde entrarían las políticas de bienestar positivo. Estas deberían promover un mundo en el que los varones ya no persiguieran tanto el éxito profesional y económico y más, por ejemplo, la comunicación afectiva. Un mundo en el que no fuera sinónimo de fracaso pasar largos períodos sin un trabajo retribuido. Con políticas de bienestar positivo, Giddens considera que los pobres, al tener algo que aportar en cuanto a estilos de vida y valores, volverían a confiar en sí mismos, a mantener su integridad y responsabilidad social que normalmente se conculcan con los programas de asistencia tradicionales. En definitiva, las fuerzas motoras del bienestar positivo serían la aceptación de la responsabilidad de afrontar los males que el desarrollo ha acarreado y la necesidad imperiosa de un cambio de modo de vida por parte de los privilegiados.



    Una socialdemocracia mundial que al invertir la tendencia actual a la brasiñelización del mundo apunte hacia una mayor igualdad social es, sin duda, una posibilidad difícil y remota, pero para estos autores, este horizonte último es el que debe guiar los pasos más modestos de la izquierda mundial, no solamente a la hora de diseñar instituciones mundiales más democráticas con mayor jurisdicción y con competencias mejor especificadas, sino sobre todo favoreciendo instituciones transnacionales a escala regional. La construcción de comunidades políticas democráticas más amplias, como la Unión Europea, sería una manera significativa de atenuar las presiones competitivas, de regular y controlar democráticamente el negocio entre diferentes países y de prevenir el desmantelamiento competitivo del estado de bienestar. Si el dar una vida digna a la humanidad entera es posible limitando sólo hasta cierto punto las ganancias del capital y sin necesidad de transformar esencialmente el sistema capitalista, ¿no sería cualquier alternativa socialista más fruto de una opción ética o de algún recurso dogmático que se niega a mirar los hechos y las posibilidades que éstos nos brindan? ¿Por qué empeñarse en transformar el sistema si con reformas drásticas al mismo se pueden conseguir los mismos o mejores resultados?

    4. La dificultad insoluble del sistema capitalista

    Consideremos al respecto las divisiones entre las naciones del Primer y Tercer Mundo. Nadie puede dudar de que para alcanzar una cierta seguridad mundial a largo plazo y no vivir en permanente zozobra, se deben reducir las desigualdades en la tierra. Hay que poner en marcha algún proceso que en lugar de excavar el agujero de la miseria, lo vaya llenando, aunque de momento no sean muy obvios los mecanismos por los que se pueda conseguir. Parece difícil suponer que las disparidades entre países ricos y pobres puedan reducirse incrementando la industrialización mundial a gran escala. Un proceso semejante no sólo produciría un mayor deterioro de la ecología planetaria sino que, además, no existen recursos suficientes para que la población mundial adopte modos de vida comparables con los de las sociedades del Primer Mundo. Desde hace ya cinco siglos la acumulación de capital se basa, en parte, en la capacidad de las empresas para externalizar sus costos. Esto ha significado esencialmente la sobreutilización de los recursos mundiales a un costo colectivo muy grande, pero a casi ningún costo para las empresas. Sin embargo, hoy adquirimos conciencia de que los recursos se agotan y de que la toxicidad llega a un nivel imposible de mantener. El crecimiento constante no es pensable ni manteniendo a más de la mitad de la población mundial en la penuria. El problema decisivo es el de que la socialdemocracia mundial que proponen algunos intelectuales de izquierda, que podría suponer muchas ventajas para las mayorías de la humanidad e incluso la eliminación de la miseria, no puede de hecho frenar la amenaza medioambiental u ecológica. Quizás pueda postergarla, pero al no tocar uno de los elementos básicos del capitalismo, la obtención de plusvalía, y el control del capital por parte de una clase social, el sistema está obligado a crecer. Esto podría ser considerado como una ventaja desde la perspectiva de un Estado, pero desde la perspectiva mundial constituye más bien un suicidio. La clase capitalista sólo invierte si obtiene beneficios, y sólo obtiene beneficios si hay expansión económica y más productividad. Si no hay crecimiento necesariamente hay crisis, recesión económica y consecuentemente crisis política. En el capitalismo es imposible llegar a un estado de crecimiento estacionario. Con la socialdemocracia mundial moderamos el crecimiento hasta los límites de lo pensable, pero el sistema exige que sigamos creciendo indefinidamente.

    Aún asumiendo la hipótesis fantástica de que el sistema capitalista pudiera evolucionar gradualmente hacia un crecimiento cero, llegando a establecer una tasa mínima y más o menos fija de beneficios para los poseedores del capital y de los medios de producción y unos salarios constantes para la mano de obra, es difícil pensar que se pudiera mantener una situación así sin un sistema político autoritario, pues nos encontraríamos de nuevo ante una situación más o menos feudal: una clase de gente vive sin trabajar y otras trabajan indefinidamente sin ningún tipo de mejora en su vida. Dicho de otro modo, el capitalismo, para garantizar su estabilidad sin tener que recurrir a la fuerza militar, necesita que los que trabajan vayan mejorando siempre, poco importa entonces que los poseedores del capital mejoren mucho más. Pero si los primeros nunca mejoran, la justificación y legitimación de la clase capitalista se complica. No crecer es un suicidio para el sistema capitalista.

    Es conocida la lógica implacable de la paradoja de los chinos. Si cada chino llegara a tener una moto, el mundo reventaría, las emisiones de bióxido de carbono que ocasionarían mil millones más de motos resquebrajarían el precario equilibrio mundial. Pero no se trata sólo de pensar que el modelo socialdemócrata no sea expandible a Africa, Asia y Latinoamérica, sino de que no es siquiera sostenible ni con las fronteras actuales. Si esto es así, es mucho más inconcebible una sociedad mundial que haya desterrado la miseria y el hambre y que crezca indefinidamente. Un proceso de emancipación de los pobres de la tierra sólo se podría conseguir, probablemente, si se introdujera un cambio radical en el sistema económico: es decir, si se avanza hacia un sistema económico que no necesite imperiosamente crecer. No basta con la transformación del estilo de vida de los países desarrollados y con la introducción de un ingreso básico mundial. A. Giddens y Von Parijs parecen no darse cuenta de lo importante que es el productivismo y el consumismo para el capitalismo, de que guardan una relación esencial y estructural. Está muy bien promover formas de vida menos consumistas, pero si esta promoción fuera tomada realmente en serio por los países ricos, inmediatamente nos hallaríamos ante una depresión económica mundial. Ciertamente podría argumentarse que el productivismo y el consumismo no afectan al capitalismo sino a la modernidad en general. También la Unión Soviética emprendió la ruta del productivismo y China parece estar iniciándola. Pero mientras es imposible, incluso teóricamente, que pueda existir algún modelo capitalista sin productivismo, no lo es el que pueda darse un modelo socialista estable con poco o nulo crecimiento.



    La solución de la peculiar socialdemocracia mundial a la que apuntan autores como A. Giddens y Von Parijs consiste en alejar en el tiempo la incompatibilidad entre el sistema económico-social vigente y el sistema natural. En términos parecidos, los informes anuales sobre el desarrollo mundial elaborados por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) siempre acaban aconsejando que se "internalicen" los costos de la degradación ecológica limitando así su destrucción. Lógicamente, los intereses del capital se resisten a incorporar a sus costes de producción los que se corresponden a la utilización del medio ambiente, pero aunque se hiciera, es decir, aunque se consiguiera dar un valor monetario a bienes que no son fruto de la actividad productiva: destrucción de la capa de ozono, lluvia ácida, polución etc., es evidente que el crecimiento económico ilimitado que exige el sistema capitalista y la salvación del medio ambiente son objetivos contradictorios. La socialdemocracia mundial podría llegar a corregir la paradoja que supone que, por ejemplo en Europa, los gobiernos promuevan campañas para que los ciudadanos de a pie depositen la bolsita de té en un lugar y el plástico envolvente en otro y, en cambio, puedan literalmente tirar al mar una plataforma petrolífera o unas bombas atómicas en lo que ellos consideran el trastero del mundo, pero es imposible que elimine la paradoja mayor que supone crecer ilimitadamente, por un lado, y sostener el sistema ecológico, por el otro.

    5. ¿Hay alguna alternativa deseable al capitalismo?

    Es importante caer en la cuenta de que preguntar si existe una alternativa viable y deseable al capitalismo no es lo mismo que preguntar cómo se puede efectuar la transición. Esta segunda pregunta es tan importante, sin duda, como la primera, pero la primera pregunta tiene una prioridad lógica e incluso práctica, pues pocas estrategias se pueden elaborar sin tener una idea razonablemente clara de adónde queremos llegar. Podría ser, incluso, que llegáramos a esbozar un modelo de sociedad alternativo razonablemente mejor que el capitalismo y que confesáramos luego que no hay transición viable. En cualquier caso, sin una alternativa económica, social y política al capitalismo, no podemos ni siquiera plantear el problema de la transición o de la estrategia. Una posible respuesta a la pregunta por la alternativa es que la democracia y la sociedad mundial del bienestar esbozada por los autores anteriores, aunque no sea una solución perfecta, es la solución menos mala de todas las pensables. Ciertamente no soluciona el problema de raíz, pero en ausencia de todo otro planteamiento sería una manera de ralentizar el desastre y de construir un escenario transitable que nos aleje un poco del caos reinante. Podríamos añadir incluso en buena jerga socialista, que la humanidad no tiene por qué proponerse nunca más problemas que los que de hecho pueda resolver. Si ahora podemos avanzar hacia una socialdemocracia mundial, ¿por qué no aunar esfuerzos en eso y dejar para los siglos venideros, cuando las relaciones nuevas de producción hayan sido incubadas en el seno de la sociedad mundial, la construcción del socialismo? Pero, ¿y si hubiera realmente una alternativa al capitalismo factible y realizable ya y que por pereza mental o simplemente por sucumbir a la machacona propaganda no nos preocupáramos de estudiarla?



    Tal es la inusitada afirmación de D. Schweickart. Sólo por atreverse a afirmar tal tesis en una época de crisis, de conversiones al liberalismo y de entonaciones de "mea culpa" ya resulta sorprendente. Piénsese que su título en inglés Agaisnt capitalism (Contra el capitalismo) se tradujo al español como Más allá del capitalismo, pues el título en inglés auguraba poquísimas ventas. Una de las conclusiones más sorprendentes del estudio de David Schweickart es que la opción entre capitalismo y socialismo tiene muy poco que ver con discrepancias en el terreno de los valores. Los valores a los que apela su argumentación son valores ampliamente aceptados (la eficiencia, la innovación tecnológica, el crecimiento económico, la igualdad de oportunidades, la democracia, el trabajar con sentido). David Schweickart considera que, entre adultos debidamente informados, si hubiera que elegir honestamente y sin coacción entre el capitalismo y el socialismo democrático, en su inmensa mayoría se inclinarían por éste. Su tesis central es que el capitalismo, por muy triunfante que pueda actualmente parecer, no puede ya justificarse ni económica ni éticamente. De hecho, existe una alternativa al capitalismo que funcionaría mejor que éste y que sería mucho más eficiente, más racional en su crecimiento y más acorde con los valores éticos fundamentales que la mayoría de nosotros compartimos.



    Semejante afirmación puede parecer una locura en este momento histórico, porque a nadie se le escapa que el capitalismo ha triunfado sobre el socialismo: no sólo es que la primera economía socialista del siglo veinte haya fracasado y esté siendo sustituida por una forma de capitalismo gangsteril, sino que incluso aquellos países que aún siguen llamándose «socialistas»: China, Vietnam e incluso Cuba se están haciendo capitalistas a pasos agigantados. Lo que me parece más apasionante de David Schweickart es que no defiende el socialismo por una especie de terquedad ética sino con una exquisita racionalidad. D. Schweickart sostiene que hay una alternativa viable, deseable y mejor que el mejor de los capitalismos para la inmensa mayoría de la humanidad, cuya emergencia está siendo bloqueada exclusivamente por unos intereses concretos inmensamente poderosos. La historia de los países, hasta hace poco socialistas, no demostraría que el capitalismo sea la estructura económica más apropiada para una sociedad industrial avanzada. Lo máximo que mostraría es que es más apropiada que el socialismo de Estado. Pero quizás lo más sugerente en la defensa de la alternativa socialista que defiende David Schweickart, es que el modelo que propone no es resultado de la mera especulación teórica. No señala desde luego a un determinado país donde se realice su democracia económica, pero sí que recolecta la suficiente evidencia empírica para afirmar confiadamente que existe un orden económico socialista viable.



    El elemento más importante y convincente de dicha evidencia empírica son las cooperativas Mondragón del País Vasco. En 1943, en una pequeña localidad del País Vasco, José María Arizmendarrieta, un sacerdote que a duras penas se había librado de ser ejecutado por las fuerzas de Franco durante la Guerra Civil, creó una escuela para los hijos de la clase trabajadora. Once de los veinte alumnos de su primer curso llegaron a ser ingenieros profesionales. En 1956, cinco de éstos, junto con otros dieciocho trabajadores, crearon, a instancias del sacerdote, una factoría cooperativa destinada a producir cocinas y estufas. En 1958 se creó una segunda cooperativa para la fabricación de máquinas y herramientas. En 1959, y de nuevo a instancias de Arizmendarrieta, se creó un banco cooperativo. El experimento inicial, una fábrica de cocinas de keroseno, propiedad de los trabajadores, se ha convertido ahora en una red formada por 109 empresas, incluidas 80 cooperativas industriales que fabrican electrodomésticos, equipamiento agrícola, accesorios de automóvil, máquinas herramientas, robots industriales, generadores, sistemas de control numérico, termoplásticos, equipamiento médico, muebles de hogar y de oficina, etcétera. En 1991, estas cooperativas se unieron para formar la MCC, la «Mondragón Corporación Cooperativa», que incluye no sólo cooperativas de producción y de construcción, sino además un gran banco (la Caja Laboral), dos centros de investigación (Ikerlan e Ideko), un servicio de seguridad social (Lagun Aro), una cadena de supermercados (Eroski) y diversas instituciones educativas (Eskola Politeknikoa, Eteo y otras).



    La MCC se ha convertido en la fuerza económica dominante en el País Vasco. Su división de bienes de inversión es líder del mercado en el sector de la herramienta en España, como también lo es en el de la fabricación de refrigeradoras, lavadoras y lavavajillas. Los ingenieros de la MCC, por lo demás, han construido fábricas «llave en mano» en China, norte de África, Oriente Medio y Latinoamérica. El grupo Eroski es, en la actualidad, la tercera mayor cadena de supermercados en España y la única de las cuatro primeras con participación mayoritaria española. La Caja Laboral ha sido incluida entre las cien instituciones financieras más eficientes del mundo en términos de rentabilidad. Ikerlan es la única empresa española de investigación que cumple las especificaciones técnicas de la NASA, lo cual le permitió participar en 1993, en el proyecto de la lanzadera espacial Columbia. La Eskola Politeknikoa, con 2,000 alumnos, es considerada por muchos como el mejor instituto técnico del país. En suma, la MCC cuenta actualmente con una plantilla de 30,000 empleados, unas ventas de 750,000 millones de pesetas al año (unos 7,000 millones de dólares) y un activo de 1,750,000 millones de pesetas (unos 17,000 millones de dólares).



    En 1996, Sharryn Kasmir, una antropóloga norteamericana que había vivido durante varios años en Mondragón, publicó en Estados Unidos un libro titulado El mito de Mondragón. Sharryn Kasmir no disputa los sorprendentes logros económicos y técnicos de la MCC, ni tampoco el hecho de que en la MCC se dé una mayor igualdad entre los directivos y los trabajadores que en las empresas capitalistas homólogas, ni que los trabajadores gocen de una seguridad laboral mucho mayor. Estos hechos son innegables. Lo que Kasmir pretende poner en tela de juicio es la impresión que suelen dar los entusiastas partidarios de Mondragón de que los trabajadores de la MCC se sienten dueños de sus empresas y no padecen ya de ningún tipo de alienación de trabajo, y que lo primero que deben hacer inmediatamente quienes pretenden un cambio económico radical es crear en todo el mundo cooperativas basadas en el modelo de Mondragón. A la primera crítica, D. Schweickart responde con la afirmación de que las estructuras de las cooperativas Mondragón son casi perfectas o, al menos, suficientemente democráticas. El problema con la enajenación del trabajo no sería debido a las estructuras de estas cooperativas, sino al hecho de que éstas tienen que competir con empresas capitalistas y, por tanto, la intensidad y presión en el trabajo son mucho mayores que en una sociedad socialista. Respecto a la segunda afirmación, D. Schweickart le da toda la razón a Kasmir. No en todas partes es factible ponerse a crear cooperativas Mondragón ni probablemente es ninguna panacea hacerlo.



    Lo que creo que vale la pena subrayar es que las críticas de Kasmir, que a menudo se esgrimen contra los entusiastas de Mondragón, no cuestionan la tesis central de David Schweickart y el recurso empírico que hace a la MCC. La lección fundamental que saca D. Schweickart de Mondragón es que es posible tener empresas eficientes y dinámicas, incluso de dimensiones similares a las de una corporación multinacional, sin necesidad de capitalistas. Se diga lo que se diga acerca de la MCC, lo cierto es que no hay de por medio capitalistas que aporten su capital, su pericia en el campo de la gestión o su dinámica empresarial. Mondragón constituye una importante prueba de una de las afirmaciones centrales de David Schweickart, a saber, que la clase capitalista, por más que tenga en su mano las palancas del poder en el mundo de hoy, ha quedado funcionalmente obsoleta. No hay nada que esta clase haya hecho históricamente, o siga haciendo, que no pueda hacerse mejor por medio de mecanismos alternativos. David Schweickart intenta probar esta afirmación, o al menos ofrecer un esbozo de las instituciones básicas de una forma económica alternativa viable a la que denomina democracia económica.

    6. La democracia económica

    De algún modo, lo que hace D. Schweickart es trasponer el modelo Mondragón a toda la sociedad. El rasgo estructural más destacado de las cooperativas de Mondragón es su carácter democrático. Los trabajadores se reúnen al menos una vez al año en Asamblea General para elegir por sufragio universal a un Consejo de Administración que nombra a los directivos de la empresa. Este es el rasgo clave de la «Democracia Económica», la piedra angular de una sociedad socialista democrática. Todas las empresas con muy pocas excepciones deberían estar democráticamente estructuradas. Se trata de una economía muy parecida a la de Estados Unidos o a la de cualquier país europeo occidental: una economía de mercado, en la que las empresas compiten entre sí y tratan de obtener un beneficio. Para lograrlo, deben prestar mucha atención a los deseos de los consumidores, organizar de manera eficiente su producción y mantenerse al día en el terreno de los avances tecnológicos. Esta Democracia Económica difiere de una sociedad capitalista en dos aspectos cruciales. En primer lugar, en la Democracia Económica las empresas no son controladas por sus dueños, que no existen, sino por quienes trabajan en ellas. Se trata de un control democrático, como en Mondragón: cada persona, un voto. Obsérvese que ello, sin embargo, supone un cambio respecto de Mondragón, donde los propios trabajadores son realmente dueños de sus empresas. En la Democracia Económica, por el contrario, la empresa no es considerada como una cosa que puede ser poseída y, por tanto, comprada o vendida, sino como una «comunidad» en la que todos los trabajadores tienen igual derecho a hacer oír su voz en relación con la gestión.



    El segundo aspecto que distingue a la Democracia Económica del capitalismo es su método de asignación del capital. Aquí, D. Schweickart introduce un elemento que no se da en Mondragón. La MCC genera su capital del mismo modo que se hace en el capitalismo: a partir de la reinversión de los beneficios y del ahorro privado; pero la asignación del capital en la Democracia Económica se produce de un modo muy distinto. En el capitalismo, los fondos para nuevas inversiones (lo cual constituye la variable fundamental para determinar la salud y la dirección a largo plazo de una economía) provienen del ahorro de los individuos privados, que deben sentirse atraídos por el señuelo del interés o de los dividendos accionariales para ahorrar en lugar de consumir. Dichos fondos son asignados, pues, por el mercado, que los encauza hacia donde se espera que el rendimiento sea mayor. En la Democracia Económica, los fondos de capital se generan de distinta manera; concretamente, mediante los impuestos. Cada empresa paga un impuesto de uso sobre el valor de sus activos de capital. Los activos de capital de la sociedad (los edificios, la maquinaria, las superficies comerciales y otros activos productivos) son considerados propiedad colectiva de dicha sociedad, la cual, a su vez, los arrienda a los trabajadores de una empresa. Y la renta que éstos pagan es precisamente el impuesto sobre los activos de capital. La suma total de estos impuestos constituye el fondo de inversión anual de la sociedad. El fondo de inversión de la sociedad se genera mediante impuestos. Pero, ¿cómo se reasigna a la economía? Una vez más, la Democracia Económica difiere del capitalismo. En el capitalismo, los fondos buscan el más alto rendimiento sea donde sea, en cualquier lugar del mundo. En la Democracia Económica, todo el fondo de inversión es controlado democráticamente. Este control contemplaría un alto grado de flexibilidad: "En un extremo habría un conjunto de instituciones basadas en el modelo japonés: una burocracia de élite diseña un plan y entonces lo aplica rigurosamente, no a la fuerza, sino usando sus amplios poderes en el acceso a las finanzas para frenar algunas empresas y atraer otras a desarrollarse en las direcciones deseadas. En el otro extremo habría un plan que imitara el resultado del libre mercado, evitando al intermediario capitalista; una especie de laissez-faire socialista. En este caso, el fondo de inversión se reparte proporcionalmente entre unos bancos nacionales, regionales y locales, los cuales ahora lo reparten como subvenciones, exactamente con los mismos criterios que un banco o caja actual. El Parlamento fija el impuesto sobre la utilización de bienes (tipo de interés) ajustándolo anualmente para así alinear la oferta del fondo de inversión con la demanda. Este interés se carga a los mismos bancos. A éstos se les permite cargar un tipo de interés más alto en las subvenciones que conceden, y así, al intentar maximizar su propio beneficio, corren un riesgo contra el beneficio proyectado del mismo modo en que lo hace un banco capitalista. Bajo este laissez-faire socialista no hay planificación de la composición cualitativa de la inversión, no se intenta incentivar ni desincentivar ninguna línea de producción en particular, ni ningún control consciente sobre la cantidad de inversión".



    Al igual que en Mondragón, los bancos locales desempeñan una función empresarial y deben esforzarse por desarrollar nuevos negocios para sus respectivas comunidades. Las empresas de la región están vinculadas a estos bancos, a los que solicitan préstamos cuando desean expandirse o mejorar su tecnología. Las decisiones respecto del empleo de los fondos se toman, como en Mondragón, en función de un doble criterio: la creación de empleo y las previsiones de rentabilidad. El capital se genera públicamente, y después se reinvierte en la economía de acuerdo con criterios públicos y transparentes. Cada comunidad tiene derecho a su cuota justa del fondo de inversión de la sociedad. Las empresas compiten entre sí para vender sus productos, pero las comunidades no compiten por el capital, porque éste fluye hacia ellas por derecho propio. He aquí, pues, los elementos básicos de un orden económico radicalmente diferente: una economía de mercado con democracia en el trabajo y un fondo de inversiones generado a través de los impuestos. En algún sentido, es una economía que no difiere demasiado de la que actualmente conocemos. Tanto el capitalismo como la Democracia Económica son economías de mercado competitivas. Por otra parte, también en el capitalismo hay empresas autogestionadas y teóricos de la administración empresarial que reclaman, para hacer las empresas más competitivas, una participación del trabajador que llega hasta la elección de los gerentes y la organización de los centros de trabajo, deteniéndose, claro está, en el control de los beneficios y las inversiones. También hay en el modelo capitalista una significativa cantidad de fondos de inversión, por ejemplo, para infraestructuras, generados mediante los impuestos, por lo que ya sabemos que es algo factible. Ninguna de las instituciones de la Democracia Económica es, pues, especialmente misteriosa.



    D. Schweickart considera que la Democracia Económica sería más eficiente que el capitalismo y se vería menos afectada por el desempleo y el consumismo ciego. Sería más racional en su crecimiento y más respetuosa del medio ambiente de nuestro planeta y sería también más igualitaria e inmensamente más democrática. Una de las características más significativas del capitalismo es la contradicción consustancial a la empresa capitalista. Dado que en dicho sistema la fuerza de trabajo es una mercancía, uno de tantos costes de la producción, es perfectamente coherente, desde el punto de vista del interés racional de los propietarios de la empresa, tratar de obtener el mayor trabajo posible de cada trabajador y pagarle lo menos posible. Al mismo tiempo, es igualmente coherente, desde el punto de vista del interés racional de cada trabajador, trabajar lo menos posible y tratar de obtener también el mayor salario posible. En la Democracia Económica no se da esta contradicción, porque los ingresos de cada trabajador tienen relación directa con el éxito económico de la empresa.



    Una importante consecuencia de esta diferencia es que el desempleo, al contrario de lo que ocurre en el capitalismo, no es un rasgo necesario de la Democracia Económica. Como indicaba Marx, la buena salud del capitalismo requiere un "ejército de reserva" de desempleados que sirva de mecanismo disciplinario para los que tienen trabajo. En una sociedad capitalista, una baja tasa de desempleo constituye una amenaza para el capital, porque los trabajadores "se crecen", y resulta difícil controlarlos. No ocurre lo mismo en la Democracia Económica, donde puede eliminarse del todo el desempleo y puede hacerse realidad esa inveterada meta del socialismo que es el pleno empleo. Otra diferencia fundamental, y de trascendentales consecuencias, entre una empresa capitalista y una empresa autogestionada, es que una empresa gestionada por los trabajadores es menos intrínsecamente expansionista que una empresa capitalista homóloga. La razón fundamental es que el contratar a más trabajadores puede hacer que aumenten los beneficios totales, pero también hace que aumente el número de personas entre las que deben repartirse dichos beneficios. Una consecuencia llamativa de esta diferencia estructural es que, a diferencia del capitalismo, en la Democracia Económica no rige el lema "crece o muere". Una economía capitalista necesita crecer. Sin crecimiento, hay recesión, desempleo, colapso. Pero una economía que tiene necesidad de crecer constantemente para mantenerse saludable está en contradicción fundamental con la racionalidad ecológica. En una empresa controlada por los trabajadores, las innovaciones tecnológicas pueden emplearse para incrementar la producción, pero también para proporcionar a los trabajadores más tiempo de ocio, o mejores condiciones de trabajo, o un trabajo más satisfactorio. Todas estas posibilidades son reales. En cambio, el capitalista no tiene incentivo alguno (aparte del brutal recurso de despedir trabajadores) para que las innovaciones tecnológicas redunden en un mayor tiempo de ocio para el personal, como tampoco tiene demasiados incentivos para mejorar las condiciones de trabajo. En el capitalismo, el aumento de la producción, con el consiguiente crecimiento del consumo --y del consumismo rampante y del deterioro medioambiental--, constituye una necesidad estructural para la estabilidad.

    --------------------------------------------------------------

    La gran debilidad que reconocen estos partidos en la izquierda latinoamericana, no es que no tengan acceso a los medios de comunicación o que no tengan control militar, sino sobre todo el no tener un proyecto político con el que se pueda luchar desde las calles,...

    ---------------------------------------------------------------

    Ciertamente no basta, ni mucho menos, con el trabajo de D. Schweickart para proclamar que ya existe alternativa. Sin duda su análisis y su propuesta exigen una mayor fundamentación teórica tanto económica como política y social, y una mayor base empírica (estudio del éxito y del fracaso de diferentes experiencias cooperativas y autogestionarias en todo el mundo). Creo que vale la pena explorar y estudiar con detenimiento su esbozo económico alternativo porque apunta en una dirección transitable. D. Schweickart cuestiona efectivamente algunos dogmas de la versión tradicional del socialismo: la liquidación del mercado, la planificación estatal de la economía y la dirección no democrática de las empresas. Sin embargo, en su modelo socialista desaparece efectivamente la clase poseedora del capital, sin que ésta sea sustituida por una burocracia estatal que ejerza sus funciones y esté predispuesta siempre a enquistarse en el poder. Hoy más que nunca es necesario atreverse a mirar directamente a los hechos, desprendiéndose de todos los dogmas, para elaborar un proyecto nuevo de socialismo que haya asimilado las lecciones del pasado. Supongamos ahora que mediante un ejercicio serio de estudio, análisis, reflexión y debate llegáramos a establecer un sistema económico-social de carácter socialista razonablemente mejor que un sistema capitalista reformado al máximo. Supongamos, además, que este modelo tuviera "per se" (haciendo abstracción por un momento de la brutal fuerza militar, económica, política e informativa que pueden oponerle los que más se benefician del sistema capitalista) fuertes dosis de viabilidad y que, en consecuencia, el sistema capitalista se quedara sólo con la razón de la fuerza, ¿cómo articular, carcomer y arañar espacios que puedan acabar inclinando la balanza hacia una sociedad socialista?

    7. Hacia nuevas estrategias políticas

    La situación y el poder real de las fuerzas antisistémicas no son, creo, para animar a nadie: subsisten muchos partidos de la vieja izquierda con fachadas cansadas y eclécticas intentando, a veces, esconder su antiguo aparato de decisión en coaliciones populares. No aparece, de momento, ninguna alternativa capaz de articular a sectores importantes de la humanidad en torno a ella. Hay nuevos movimientos antisistémicos que son muy vigorosos (piénsese en Greenpeace, capaz de poner en jaque a los gobiernos) pero que no tienen ninguna visión alternativa clara, y nuevos movimientos racistas populistas y fundamentalistas de fuerza cada vez mayor que, si bien son fuerzas antisistémicas y tienen alternativas claras, probablemente empujen el mundo hacia la intolerancia y la tribalización. Sin embargo, la alternativa apuntada por D. Schweickart no es algo totalmente fuera de contexto. En la última reunión del Foro de Sao Paulo, realizada en Nicaragua, que reúne a los partidos latinoamericanos de izquierda identificados con posiciones de rechazo al neoliberalismo, de tradición antiimperialista y de orientación socialista, se insiste en que el socialismo no depende ya en primer lugar de la toma del gobierno y de la estatalización, sino del poder directo de las fuerzas antisistémicas. El primer punto de la agenda sería ahora incentivar embriones de poder paralelo y alternativo administrando directamente bienes propios. Las experiencias de la economía popular en América Latina apuntan justamente en esta dirección. La gran debilidad que reconocen estos partidos en la izquierda latinoamericana, no es que no tengan acceso a los medios de comunicación o que no tengan control militar, sino sobre todo el no tener un proyecto político con el que se pueda luchar desde las calles, desde los colegios, desde los sindicatos, desde los gremios, desde las escuelas y desde los barrios. Todos resaltan la urgencia de definir con cierta claridad una estrategia alternativa a la difunta estrategia de la "revolución". Creo que esa redefinición es una tarea colectiva para las fuerzas antisistémicas del mundo entero. Aquí sólo puedo sugerir algunas líneas de acción que podrían ser elementos de esa estrategia.



    (1) Favorecer la formación política y la discusión sobre economía, teoría política, discusión de modelos alternativos etc. a la vieja usanza. No aceptar que la complejidad nos exima de cualquier intento de comprensión, análisis y formulación de un proyecto alternativo. Son problemas de difícil solución pero, sin la acción de fuerzas organizadas y conscientes, es imposible que se avance en la dirección deseada. Se trataría de avanzar recogiendo todo el potencial liberador de la herencia socialista hacia lo que podría ser un pensamiento socialista a la altura del siglo venidero.



    (2) En todas partes y en todas las instituciones, exigir más democracia, es decir, más participación popular y más toma de decisiones abierta. Puede ser que los pobres y los excluidos no estén preparados para la democracia, pero seguro que lo están más que el sistema mundial actual para dejar que el voto de las mayorías de la humanidad y sus demandas económicas cuenten de algún modo. Pelear por democratizar grupos, instituciones, municipios estados, sindicatos es un frente abierto en todas las direcciones y con un gran potencial. Piénsese tan sólo en lo que podría pasar si las democracias bajo mínimos que conocemos se extendieran a instituciones mundiales. En los lugares de trabajo especialmente habría que presionar para que los asalariados obtengan cada vez una porción mayor de los beneficios y de la responsabilidad en la gestión empresarial. Ello implica también asumir riesgos de pérdidas. Entre otras posibles razones, probablemente más importantes, podría ser que no se hubiera avanzado mucho en esta línea de presión por el miedo de la izquierda a que reivindicaciones de este tipo acabaran contemporizando con el capitalismo, porque las estructuras estatales dominadas por un partido revolucionario pasaban a actuar con la lógica de los patrones, o simplemente por la aparente coincidencia entre esta línea de acción y la de algunos empresarios que buscan involucrar más al trabajador en la gestión de la empresa.



    (3) Tender a una conciliación del dilema en torno al universalismo o particularismo. La especie de universalismo imperial que esgrimía la vieja izquierda no parece que pueda aglutinar hoy a la mayoría de la humanidad. Pero una glorificación interminable de particularismos cada vez mayores tampoco. Necesitamos buscar una manera de construir un nuevo universalismo basado en un cimiento de incontables grupos y perspectivas unidos en un mismo horizonte. Es la única manera de evitar caer en la trampa rendida a la vieja izquierda internacionalista: la que se escore hacia la defensa de la nación y del Estado dejando las manos libres a una élite empresarial, que encuentra en la falta de legislación y de conciencia transnacional una de las mayores bazas para aumentar sus beneficios.



    (4) Creo que se debería pensar en el poder estatal como una táctica que se utiliza siempre que se puede y para las necesidades inmediatas, sin invertir nada en él ni fortalecerlo. Por encima de todo, creo que se debe evitar que el papel de la izquierda sea sanear el sistema y administrar bien el capital. Eso ya no significa que no hay que preocuparse por el Estado, sino simplemente que acceder al poder del Estado hoy no otorga las mismas posibilidades de transformación que hace unas décadas. A pesar del desorden, la confusión y la desintegración actuales, los Estados pueden aún contribuir a reducir el sufrimiento. Los Estados pueden hacer las cosas un poco mejores (o un poco peores) para todos. Pueden escoger entre ayudar a la gente pobre a vivir un poco mejor, o ayudar a los estratos superiores a prosperar muchísimo más. Pero eso es todo lo que los Estados pueden hacer. Sin duda esas cosas tienen mucha importancia a corto plazo, pero a largo plazo no creo que sean muy decisivas. Podría pensarse que accediendo al poder en un Estado y después en otro, al final se tendría suficiente poder para incentivar el cambio; pero esto sólo sería así si las fuerzas que accedieran al poder del Estado fueran fuerzas internacionalistas, fuerzas, por tanto, que no vieran en el Estado ni el fin ni el vehículo principal de acción. I. Wallerstein considera que esta comprensión de que las estructuras estatales han llegado a ser un obstáculo importante para la transformación del sistema mundial, es lo que está detrás del vuelco general en contra del Estado en el tercer mundo, en los países antes socialistas e incluso en los países de "estado de bienestar" de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Por eso no es incongruente que hoy las mismas personas se vuelvan hacia el Estado (para que los ayude a sobrevivir) y denuncien al Estado y la política en general como inútiles e incluso nefastos (en términos de la reestructuración del mundo en otra dirección).



    (5) Sería útil seguir una táctica de sobrecarga del sistema tomando en serio los slogans ideológicos del liberalismo, cosa que los liberales jamás se propusieron: ¿Qué podría sobrecargar más el sistema que el movimiento libre de personas? Hasta hace muy poco se veía muy bien denunciar a los malvados comunistas que no dejaban salir a sus ciudadanos, pero ahora vemos lo que ocurre cuando ya no hay malvados comunistas en el poder y en posición de limitar la emigración. En Francia, el gobierno no sólo ha aprobado leyes contra los inmigrantes, sino que, incluso, ha creado nuevas dificultades para conceder la ciudadanía a los hijos de inmigrantes nacidos en Francia. ¿Cuál es el argumento presentado en los países ricos? Que el Norte no puede asumir la carga económica del mundo entero. Que cada parte del mundo tiene su historia peculiar y su identidad. "¿Pero por qué no? Hace apenas un siglo ese mismo Norte asumía la «carga» de la «misión civilizadora del hombre blanco» entre los bárbaros sin demasiados escrúpulos. Ahora los bárbaros, las clases peligrosas, están diciendo: «Muchas gracias. Olvídense de civilizarnos, sólo dénnos algunos derechos humanos, como por ejemplo el derecho a movernos libremente y a encontrar empleo donde podamos»". No se trata de caridad sino de justicia, pues la riqueza del Norte es en buena parte producto de una transferencia de siglos de plusvalía del Sur.

    ----------------------------------------------------------------

    ... si efectivamente dejamos de creer en unas «leyes de hierro» de la historia que conduzcan inevitablemente a un determinado resultado, entonces, la posibilidad de transformar el capitalismo sigue siendo una esperanza racional y no una fantasía utópica.

    ---------------------------------------------------------------

    ¿Qué podría frenar más el aumento exponencial de los beneficios que la "internalización" absoluta de los costes empresariales? La presión constante por esa internalización que sugieren muchos autores liberales podría conmover profundamente los patrones de acumulación de capital. ¿Qué podría crear más problemas a los países internamente democráticos y externamente dictadores que la democratización de las instituciones mundiales con poder? Cuando líderes liberales presionan en foros internacionales por la democratización de Cuba, Fidel Castro los suele calmar exigiendo la democratización de estos mismos foros. ¿Qué presión mayor cabe en las empresas que exigir más participación, responsabilidad, transparencia y democracia en las decisiones? Es una paradoja más del capitalismo que se considere a la gente capaz de elegir representantes que pueden arbitrar leyes, declarar guerras y decidir cuestiones que muchas personas desconocen, y que se les considere totalmente incapaces de elegir a sus jefes de trabajo y tomar decisiones en aquello que más conocen. La contradicción interna de la ideología liberal es fuerte. Y un sistema que no tiene legitimación al menos es susceptible de debilitarse.



    (6) Avanzar en la construcción de un bloque popular planetario que pueda ser el vehículo principal para la transformación del sistema capitalista. Si la sociedad es mundial, la posibilidad de una alternativa de civilización que beneficie a las grandes mayorías supone un bloque transnacional de poder. En el Norte, esto supone la prioridad de una opción ética sobre los intereses económicos inmediatos, y en el Sur, la organización de formas alternativas de sobrevivencia entre los excluidos. Hay realidades más o menos desconectadas que apuntan a esto. En el Norte, un magma de personas, grupos, pequeñas instituciones asumen como ejes centrales valores alternativos a los vigentes: feminismo, antimilitarismo, ecología, lucha contra la marginación, apoyo al inmigrado. Uno de los atractivos de estos grupos es el encanto de la acción directa, el contacto inmediato con las necesidades y las personas más allá de toda frontera nacional, la sensación de utilidad de los esfuerzos realizados que como mínimo habrán servido para estrechar lazos de amistad. Las ONG´s parecen alejarse un poco de las tradicionales campañas de recaudación y gestión de proyectos y adquieren una dimensión más política, dan cada día más importancia a la sensibilización y crítica del sistema. En el Sur se abren entre los excluidos algunos espacios alternativos. Microalternativas económicas, ecológicas, políticas, jurídicas y culturales. No conviene sobrevalorar toda esta trama creciente de grupos que trascienden las relaciones tradicionales entre Estados, pero tampoco hay que subvalorarlos. I. Wallerstein insiste en que la prioridad estratégica fundamental de las fuerzas antisistémicas consistiría, hoy por hoy, en expandir grupos sociales reales de todo tipo y en todo nivel comunitario pensable (local, regional, estatal, supraestatal, mundial), y su agrupamiento en forma no unificada. ¿Qué tipo de estructuras flexibles podrían agrupar a las fuerzas antisistémicas sin fundirlas en un movimiento unificado y centralista? Creo que una de las bases de la solidaridad entre la multitud de grupos, de luchas, de intereses, de frentes y de partidos podría ser la discusión de un proyecto de sociedad alternativo.



    (7) La transformación de la sociedad mundial exige algo muy difícil pero no imposible: sabiduría para actuar local y globalmente, a corto y largo plazo, y para unificar la alternativa socialdemócrata global del tipo que defienden Von Parijs y Giddens con una alternativa socialista como la dibujada por D. Schweickart. Hoy ya no es posible ver reflejada en estas dos posiciones la vieja discusión entre reformistas socialdemócratas y revolucionarios, en el sentido de que los primeros al suavizar las contradicciones del sistema evitaban la emergencia de lo nuevo, es decir, del socialismo. Desde el momento en que el socialismo no ha sido sustituido por el comunismo, sino simplemente por el capitalismo, se desmorona aquella fe hegeliana de la izquierda clásica que concebía la historia como un progreso unidireccional, progresivo y ascendente y ya no es posible esperar que del caos del sistema, por alguna mágica dialéctica, surja necesariamente algo mejor. Del caos y de las contradicciones del sistema pueden emerger alternativas mucho peores. Desde el momento en que no se puede presuponer sin más que el porvenir será necesariamente más justo, tampoco cabe acusar a los socialdemócratas de "reaccionarios". Hoy creo que pueden empujar mucho más un escenario económico-social más justo para la humanidad una serie de reformas, cuya suma podría dar lugar a un cambio cualitativo del sistema mundial que contribuir a acentuar el desorden y el caos.



    En fin, todo lo dicho puede parecer muy vago, muy incipiente, y sin duda lo es. Yo mismo no estoy muy seguro de muchas de mis afirmaciones que exigirían un mayor conocimiento económico, social y político y una reflexión más larga y pausada. Pero si efectivamente dejamos de creer en unas «leyes de hierro» de la historia que conduzcan inevitablemente a un determinado resultado, entonces, la posibilidad de transformar el capitalismo sigue siendo una esperanza racional y no una fantasía utópica. Uno de los peores efectos del hundimiento del comunismo, y que los poderes que nos rigen hacen lo posible por cultivar, es la drástica reducción de esta esperanza racional. Quieren empujarnos a pensar el socialismo como un bello sueño utópico. Pero la utopía que aquí nos interesa no es una ilusión romántica, sujeta siempre a la desilusión, sino la sobria anticipación de las dificultades y el diseño de estructuras institucionales alternativas. Por todos los rincones del planeta se repite permanentemente un mantra: «Capitalismo, capitalismo y capitalismo, ahora y para siempre. Amén». Despertar de la hipnotización de este mantra es, sin duda, el primer paso para ver las cosas y actuar de otro modo.



    San Salvador, octubre, 98.

    ResponderEliminar
  8. con estás devalauciones tan cabronas de estos días cuando aprece x fin que el capitalismo se desmorona y nos acercamos a la disyuntiva entre el socialismo o la barbarie y casi todos los que me leeran x aca desearan antes la barbarie que lo otro, pues no sé a que precio puedas conseguirla. En SAM's Club y en Office depot andaba en $4500 pero se agotó si vuelven a surtir no sé en cuanto las vendan. Creo que por ahora eso es todo.

    Aradnix

    ResponderEliminar
  9. Esperando al 'sheriff' de América
    Currently 1.00/512345 1.0/5 [2 Voto/s]
    |
    498 visitas
    |
    1 comentario
    La política toma de la religión principios, elocuencias y misterios. ¿Quién diría que Marx está resucitando con la crisis financiera y el hundimiento de los mercados? Basta sacar en la conversación que el capitalismo se desmorona para que el autor de El capital se remueva gozoso en su tumba. Dicen las noticias que son muchos los que se acercan a Tréveris para visitar su tumba y la casa donde nació.

    En Tréveris decapitaron a Prisciliano por disidente y sus discípulos trajeron su cabeza a Galicia, y hasta algunos quieren que sus restos sean los del Apóstol Santiago. En Tréveris sucumbió la herejía y nació el marxismo. Tal vez Marx tomó de Prisciliano los principios de la disidencia.

    Al filósofo no le pasaron por la piedra como al místico, pero religión y política siempre vuelven y, con frecuencia, comparten fuegos y canciones. Que le pregunten a la Reina, que no es política ni abadesa: 70 años sin decir ni pío y van los adalides de la libertad y le quieren muda y anatema. Es lo que en este país se entiende por libertad de expresión.

    Los americanos han puesto a Dios en el billete del dólar, mezclando la pasta con la religión, lo cual es peligroso pero efectivo. A Obama, en la campaña electoral, le preguntaron varias veces si lo suyo era la cruz o Mahoma, y él dijo, claro, que su maestro era Jesús. Milagro es la política americana cuando después de dos años de brega y palabras altas, ninguno de los candidatos ha caído muerto de agotamiento.

    O Barack Obama es un titán, que puede serlo, o McCain, un héroe como Ulises, pues padeció en Vietnam las inhumanas torturas del Vietcong. La larguísima campaña causa asombro y admiración. Asombro por el talante, resistencia física, medios utilizados, y la fe que exhiben en el sistema. Admiración, por cómo se comportan y plantean su causa. Debe protegerles la invocación a Dios en el dólar y más a Obama, que ya han querido liquidarlo.



    Nuestros políticos deberían extraer enseñanza del sistema americano, tener en la mesilla de noche La democracia en América, de Alexis de Tocqueville, y viajar como turistas por la ruta de las caravanas del Oeste. Andan distraídos en las políticas de pasillo, enzarzados en rencillas pedestres, atienden solo a la pirática carrera del voto a todo trapo. Se pierden escupiendo su ira en los móviles y su ambición en las encuestas.

    Muchos babean por Obama pasando a McCain por la túrmix de la condena, ignorando que en EEUU primero está el país y después, el partido. Aquí, es al revés: el partido es el verbo, principio y fin de todas las cosas, y el Estado, un tiberio. Cuando una mujer preguntó a McCain por la presunta simpatía de Obama hacia los árabes, el republicano le paró diciendo que Obama era un americano y un patriota.

    Aquí le hubiesen inventado líos y amistades peligrosas porque lo nuestro es la tribu y la guerrilla. Aquí los parlamentarios hacen novillos: la mitad no asistió a la sesión sobre la crisis y el paro. Ni cuidan la imagen ni se molestan. ¿Para qué?: a ellos, plin; son elegidos en listas cerradas.

    Pero hay encuentros redentores. La muerte de José María Cuevas, antiguo patrón de los empresarios, unió a la clase política en el tanatorio porque en España la muerte convoca mucho. Fue un hombre que trabajó a fondo las alianzas posibles y enseñó concordia y negociación en tiempos difíciles.



    En este país hay que morirse ­para que le reconozcan a uno los méritos y los sueños. Como los que visitan la tumba y la casa de Marx, queriendo resucitarlo, a Cuevas le inventan los méritos que siempre tuvo. Solo cuando te vas se acuerdan de que dejas una estela de luz. A Cuevas lo tenían jubilado y solo ahora que no está, sacan sus victorias sociales y sus pactos históricos.

    Mientras se espera al sheriff que gobernará América, los sindicatos andan somnolientos y nostálgicos. Cándido Méndez ha ido a ver al juez Garzón para pedirle que desentierre también a los muertos de la UGT. No se da cuenta, o sí, de que ahora los muertos son los parados que llegan a los tres millones y los inmigrantes que hacen maletas después de que se les llamó con megáfono.

    Dicen que Cándido acudió a Garzón para tapar la crisis y silenciar el ruido social. Causa asombro que con lo que está cayendo, guarden silencio y hagan mutis por el foro. En otro tiempo sacaban los muebles a la calle y las trompetas al viento. Pero hacen bien porque el ruido en la calle sería el remate del sistema.

    Tampoco las oenegés existen ni padecen. En los tiempos heroicos del gobierno del PP le comían los pies a Jaime Mayor Oreja por el aloperidol que suministraba a los negros en los aviones de expulsión y las vallas inhumanas de Ceuta y Melilla.

    Ahora, que los inmigrantes ofrecen La farola en todas las esquinas y en los pasillos del metro, el silencio se escucha. Ya no se vende el último discurso lírico, ni se exige la memoria de Calamocarro. Ya no abusan de la estadística de expulsados ni proclaman papeles para todos. La realidad se echó a la calle y hasta las putas rebajan las tarifas.

    Todas las baterías concentran fuego en la cumbre de Washington. Hay que llevar a Zapatero como sea al G-20 y sentarle en frente de Bush. Por eso ZP le envía todos los días un jabugo al marido de Carla Bruni para que le reserve silla y Mariano Rajoy se desgañita, sumándose al ruego, para descansar unos días, ahora que Miguel Sanz, UPN, le hizo un corte de mangas en Navarra. Vocean los disidentes ser tropezón de la Cospe que dejó pasar el arroz, o sea, los espárragos y el chorizo pamplonica que ahora comerá Pepe Blanco y algo le darán a Nafarroa Bai.

    Los cambios en política son nubes: vuelan según el viento que sopla. A Carlos Arniches le preguntaron por qué no salía de veraneo por el calor de Madrid. Contestó: "No me gusta cambiar de mosquitos ni de calor". En política, cambiar no es una costumbre, es una vocación. San Fermín pasa a ser santo afiliado y su capote, una ikurriña. Además está ETA que, democrática, voló la Universidad.

    A todo esto, los juristas gallegos en Madrid, presididos con altura por el catedrático Carlos Lema Devesa, acudirán al Senado el martes próximo para entregar los premios Montero Ríos al penalista Gonzalo Rodríguez Mourullo y el Iurisgama al magistrado Mariano Rajoy Sobredo, padre del jefe de la oposición.

    Lema Devesa, con claro instinto, hace del otoño madrileño un foro solemne habitado por juristas de prestigio, servidores de la ley, peones esforzados del Derecho. La justicia, dice el Eclesiastés, es perpetua e inmortal. Galicia, extraterrada y nostálgica, cede a la capital del Reino las mejores mentes del Derecho, esa cosa universal que hemos heredado de Roma.
    comentarios: 1 Cartas de los filipinos a los galateos juantiburcio 02.11.2008 09.49
    Hermoso, bien redactado, incluso con cierta lirica plebeya, que pondra a los habituales malandrines que por esta pagina aparecen en estado de alerta, clamando al cielo que vengan los lobos y se coman a los tribales que propugnan el tribalismo canibalico.. Que Dios guarde a vuesa mersé, por haber escrito tan buena filipada. Se parece mucho a alguna de las cartas de los filipinos a los galateos (gallegos turcos).

    ResponderEliminar
  10. En fin, eso, un seminario de autoayuda de tantos que se hizo en una fundación con un nombre gracioso, justo cuando el capitalismo se desmorona.

    Una entrada bastante pobre la mía.
    Eso me pasa por no ir al seminario.

    ResponderEliminar
  11. Mientras el mundo Capitalista se desmorona por la grave crisis que ha causado millones de desempleados en USA, En España padecen el mas grande desempleo en los ultimos diez años, Inglaterra ha decidido bajar la burocracia y tasas de interés y hoy, Alemania se declara en recesión economica, Cuba es el país que ha tenido un crecimiento espectacular en el PIB en los ultimos años.
    Aunque esos huracanes han lastimado sensiblemente la economia isleña, Cuba saldrá adelante.
    Cuba es un gran ejemplo a seguir.

    ResponderEliminar
  12. Ni que decir tiene que estos godos se hicieron dueños y señores poco a poco de Mesia, Dacia, Tracia... que tanto les costaria recuperar a los decadentes ejercitos del emperador oriental. Con Commodo empezo la decadencia del imperio, pero con Valente y este hecho, se inicio la caida de un edificio inmenso, inabarcable, pero podrido. Quedaba solo la fachada, pero los pisos hacia largo tiempo se estaban desmoronando. Con Valente la fachada se desgajó.

    ResponderEliminar
  13. El envío de paracaidistas belgas a Stanleyvill­e en noviembre de 1964, operación apoyada por la OTAN, constituyó una señal de alarma, no sólo en La Habana, sino también en Pequín y Moscú. Con los sanguinarios disturbios que provocan la caída de Stanleyville se cierra un capítulo de la crisis en el Congo, inaugurándose un período de mayor violencia donde el largo brazo armado de Castro entraría en acción para rescatar a la revolución congolesa en pleno desmoronamiento militar.

    ResponderEliminar